En el marco del Día Mundial del Asma, presentamos algunas recomendaciones que deben tener presente los padres para afrontar esta enfermedad de sus hijos.
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Cada 3 de mayo se celebra el Día Mundial del Asma. En la actualidad, cerca de 325 millones de personas tienen asma en el mundo, y debido al aumento de los casos, las Guías de la Sociedad Europea de Enfermedades Respiratorias estima que este número llegaría a los 400 millones para el 2025.
En el Perú, la incidencia es mayor, aproximadamente uno de cada tres niños sufre de asma, por lo cual es el país latinoamericano con mayor incidencia de esta enfermedad, especialmente en Lima por tener un clima húmedo y un alto nivel de contaminación ambiental.
Esta enfermedad crónica afecta a niños y adultos, especialmente a las personas alérgicas (como rinitis o dermatitis) y que tienen familiares directos con la misma condición.
“Algunos factores ocurridos en etapa temprana de la vida pueden afectar a los pulmones en desarrollo y aumentar el riesgo de padecer asma. Ejemplo: el bajo peso al nacer, la prematuridad, la exposición al humo de tabaco y otras fuentes de contaminación del aire, infecciones respiratorias virales (bronquiolitis por virus sincicial respiratorio, resfriados por rinovirus, o gripe por virus influenza o parainfluenza)”, aseguró el doctor Rafael Reaño Ortega, neumólogo de la Clínica Javier Prado.
De esta manera, el especialista presenta algunas recomendaciones que deben tener presente los padres para afrontar esta enfermedad en el Día Mundial del Asma.
¿Qué deben saber los padres si su hijo padece de asma?
1. Los síntomas del asma (tos, sibilancias, dificultad para respirar y opresión del pecho) pueden ser intermitentes o continuos, y suelen agravarse durante la noche o por ejemplo al hacer ejercicio físico.
2. Los desencadenantes de los síntomas pueden variar de una persona a otra y, entre ellos, figuran las infecciones virales como el resfriado común, influenza, COVID-19, polvo, la exposición pasiva al humo, gases, cambios climáticos, polen, el pelaje y plumas de animales, jabones, detergentes, desinfectantes y los olores o perfumes fuertes. Entre los alimentos está el maní, mariscos, preservantes o colorantes como la tartrazina y algunos medicamentos como los antiinflamatorios no esteroideos (AINES) tipo ICOX1.
3. Los niños y adultos con sobrepeso u obesidad tienen un mayor riesgo de padecer asma y presentar una inadecuada respuesta al tratamiento farmacológico si no corrigen su estado metabólico-nutricional.
4. El asma es diferente en niños que, en adultos, sobre todo en la etapa preescolar (menores de seis años), debido a que si el menor presenta sibilancias (sonido de chillido en la respiratorio) y probablemente sea diagnosticado con asma, no quiere decir que lo vaya a sufrir de por vida. La sibilancia es un síntoma muy común que "puede hacer pensar que el niño sufre de asma, aunque en numerosas ocasiones el diagnóstico correcto es otro". En el 60% de los casos la sibilancia es precoz y transitoria; en un 20% está asociada a alergia (el asma seguirá en la adolescencia) y en otro 20% es no alérgica (el asma remitirá).
5. El tratamiento más común es el uso de los broncodilatadores, comúnmente llamados inhaladores mediante espaciadores y, en algunas ocasiones, a través de un nebulizador y medicación antiinflamatoria como corticosteroides por vía oral o dexametasona, hidrocortisona o metilprednisolona vía inyectable si el caso lo amerita.
6. El asma no tiene cura, pero con un diagnóstico y tratamiento adecuado, y la educación de paciente y padres, se puede lograr un buen control del asma.
7. Uno de cada cuatro niños puede seguir con ataques de asma o los síntomas se resuelven solo para volver después de un tiempo.
8. El asma puede ser mortal si no se sigue un adecuado tratamiento.
9. Los pacientes con asma tienen mayor riesgo de desarrollar depresión, lo que afecta su calidad de vida al sufrir de alteraciones del sueño, estrés, ansiedad, ataques de sibilancias, dificultades para hablar y restricciones en la vida social.
10. La práctica de una actividad deportiva es conveniente para los niños con asma, siempre y cuando ésta se encuentre bien controlada con un adecuado uso de sus inhaladores.
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