por Lucia Barja
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Los efectos de una infección por el nuevo coronavirus pueden presentarse en cualquier paciente y prolongarse por días o incluso meses. Esto es lo que se conoce hasta el momento sobre la COVID-19 prolongada.
Con poco menos dos años desde la declaración como pandemia a la crisis sanitaria causada por la COVID-19, nuestro conocimiento de la enfermedad aún sigue incrementándose. Recientemente, el término long COVID o COVID prolongada ha llamado la atención de algunos investigadores en el mundo.
Como todo en la enfermedad, lo que sabemos sobre el SARS CoV-2 y las secuelas que deja la infección aún no está 100% delimitado. El doctor José Luis Cabrera, neumólogo de Clínica Internacional, comentó que “se piensa que un tercio de los pacientes infectados pueden hacer long COVID de distinto grado”.
“No hay una prueba única para diagnosticarlo, dependerá de la presencia de síntomas. Long COVID es menos frecuente en vacunados que en no vacunados. Si un paciente no vacunado con long COVID recibe su vacuna, los síntomas pueden remitir con más probabilidad”, agregó.
El doctor Cabrera explica que el long COVID “pareciera tener un origen inmunológico”. El especialista explica que se ha establecido una definición estándar que es la persistencia de síntomas de diversa índole, que aparecen tres meses después de haberse infectado y que, por lo menos, durante dos meses consecutivos.
“Los órganos más afectados son diversos, no hay uno con predisposición. En general, los síntomas tienen que ver más con el estado general del cuerpo. Vemos malestar general, apatía, bajo estado de ánimo, ansioso- depresivo, dolor muscular en la columna cervical, dolor de cabeza, fallo de memoria, concentración. Otros pacientes tienen tos persistente, opresión en el pecho, ardor en el pecho y la espalda, dificultad para respirar, como personas que pueden sentirse agitadas con solo subir un piso de escaleras, problemas gastrointestinales. También hay síntomas menos frecuentes como palpitaciones, problemas cardíacos, caída de cabellos, etc.”, comenta.
El doctor Cabrera refiere que esos síntomas de COVID persistente no están relacionado a la gravedad de la infección que se padeció.
“Hay estudios que develan que mientras más carga viral tenga una persona, no necesariamente indica que tenga mayor severidad de la enfermedad; mientras más carga viral, más riesgo de tener COVID. Hay estudios que han identificado una especie de anticuerpos que podrían inflamar cierta parte del cuerpo y producen los síntomas que caracterizaban al COVID-19”, menciona.
FATIGA Y DISFUNCIÓN COGNITIVA COMO SÍNTOMAS MÁS FRECUENTES DEL LONG COVID
Por su parte, el doctor Henry Sánchez Lara, especialista en medicina de emergencias y desastres de la universidad Norbert Wiener, comenta que es importante decir que “la mayoría de las personas con COVID-19 experimentan síntomas leves o enfermedad moderada y aproximadamente, el 10% a 15% de los casos evolucionan tienen una enfermedad grave, alrededor del 5% se vuelve críticamente enfermos que llega inclusive a camas UCI e intubados y conectados a ventilación mecánica”.
“Las secuelas de long COVID son principalmente relacionadas al aparato respiratorio, cardiovascular y neurológico, lo que presenta frecuentemente el paciente es la fatiga, dolores musculares y articulares y, muchas veces, refieren dolor de pecho y dificultad para respirar, además, de una disfunción cognitiva, haciendo que el paciente presenta por momento algunas lagunas mentales”, agrega.
El especialista en medicina de emergencias resalta que la variante ómicron puede reactivar el padecimiento de los pacientes con COVID persistente.
“Hasta el momento, los científicos dicen que aún es muy pronto para saber si los que se infectan con la variante ómicron tendrán síntomas persistentes. Es importante saber que una infección leve no necesariamente es señal de que hay menos riesgo en los pacientes”, menciona.
Por su parte, el doctor Julio César Cachay, infectólogo de la Clínica Ricardo Palma, sostiene que “una de cada 5 personas afectadas por COVID-19 mantuvo sus síntomas 5 semanas después de la infección, así como una de cada 10 personas mantuvo sus síntomas luego de 3 meses de la infección”.
“La gran variedad de síntomas se consideran como persistentes en aquellas personas que, tras una infección de COVID-19, se mantienen al menos dos meses con estas molestias y no pueden explicarse con un diagnóstico alternativo. Se destaca la fatiga, la dificultad para respirar y la disfunción cognitiva como los más comunes”, señala.
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Asimismo, Geraldine Guzmán Castillo, specialista de Carrera de Obstetricia en UPN, al ser una enferemedad multisistémica, la COVID-19 es "capaz de alterar células en diferentes órganos y sistemas, y no sólo el sistema respiratorio".
"Si bien, la mayoría de los síntomas son similares a la sintomatología desarrollada durante la fase aguda de la COVID-19, existe la posibilidad de que haya otros efectos que aún no han sido identificados. Por lo que se tiene que empezar a pensar en rehabilitar a todas esas personas que quedaron con secuelas en una fase aguda de la COVID-19, incluso se habla de la atención mental, se puede requerir atención neurológica pero también psicológica, son muchas cosas que se tienen que atender, pero ya, ahorita, y nuestros servicios de salud siguen atendiendo lo urgente y dejan de lado lo de la rehabilitación, y esto va a tener un impacto social y económico en los próximos años", agrega.
Guzmán resalta que "reportes de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia, indican que los síntomas más frecuentes son fatiga crónica (78%), malestar post-esfuerzo (72%) y disfunción cognitiva (55%)". "Sin embargo, la persona con long COVID puede también presentar dolor de cabeza, dificultad para respirar, palpitaciones, dolor u opresión en el pecho, cambios en el gusto y el olfato, dolor en las articulaciones, y una gran diversidad de trastornos en distintos órganos", finaliza.
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