Crisis alimentaria: Preparándonos para el hambre

En casa, sería necesario programar el menú semanal con la familia y que incluya los alimentos accesibles, esto permitirá comprar lo necesario y así evitar el desperdicio de alimentos. | Fuente: Freepik/ Gpoint Studio

Por Dra. Saby Mauricio, nutricinista. En casa, sería necesario programar el menú semanal con la familia y que incluya los alimentos accesibles, esto permitirá comprar lo necesario y así evitar el desperdicio de alimentos.

Por Dra. Saby Mauricio, nutricionista y directora de Nutrición Humana de la Universidad Privada Norbert Wiener

La escasez de alimentos en el mundo es una realidad que también nos afectará a pesar de los diversos alimentos que se cultivan en nuestro país, gracias a las privilegiadas tierras que permiten una vasta producción que incluso nos posicionaron como líderes en la agroexportación. Y es que la falta de fertilizantes pone en riesgo la seguridad alimentaria y, sin acceso a la producción de alimentos, será imposible cubrir los requerimientos nutricionales cualquiera sea la edad.

 La pandemia priorizó la atención de los casos COVID-19, postergando la atención de los problemas alimentario-nutricionales pendientes como la anemia (38.8% en niños y niñas entre 6 a 35 meses de edad, según ENDES 2021) y la desnutrición crónica (talla corta), con un 11.5% (ENDES 2021), de los cuales el 20.1% tienen madres con desnutrición y 9.6% de menores de 5 años tiene sobrepeso y obesidad.

 La afectación a nuestros sistemas alimentario no debería ser una novedad, ya el Informe desarrollado por MIDIS Informe Perú: Evaluación de la Seguridad Alimentaria ante Emergencia de la COVID 19 (ESAE) 2021, reportó que el 51% de hogares se encuentra en inseguridad alimentaria. Es más, tenemos identificadas las regiones con índices altos de inseguridad alimentaria: Ayacucho 67.2%, Apurímac 66.9%, Cusco 64.6%, Puno 61.5% y Áncash 59.8%.

 Esta información debió ser utilizada para un Plan de Acción para resolver esta situación hoy agudizada por todos los factores mencionados. Es por ello que es necesario definir políticas públicas que beneficien a todos los peruanos y peruanas, sobre todo, a la población vulnerable, pues según la Encuesta Nacional de Hogares (ENAHO) 2020, la pobreza en nuestro país se ha incrementado hasta 30%.

 En ese sentido, los programas sociales tienen una población “cautiva”, lo que debería facilitar la inmediata solución de la situación nutricional de sus beneficiarios. Las ollas comunes y colegios deben constituirse en Centros de Apoyo para el Hambre para garantizar, por lo menos, dos comidas diarias. De otra manera, volveremos a reportar casos de desnutrición aguda en niños con pérdida muscular y, también, un sistema inmune debilitado que arriesga su salud y sus vidas.

 Asimismo, el Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego debe brindar la información de la producción de alimentos por cada región, además de informar precios de alimentos, replicadas por los gobiernos locales y regionales.

 Adicionalmente a estas iniciativas, todos podemos colaborar para que la escasez afecte a la menor población posible. En casa, sería necesario programar el menú semanal con la familia y que incluya los alimentos accesibles, esto permitirá comprar lo necesario y así evitar el desperdicio de alimentos.

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