La separación familiar, la discriminación y el temor a la deportación agravan los síntomas de ansiedad y depresión en los menores latinos inmigrantes.
Uno de cada cuatro niños en Estados Unidos forma parte de una familia inmigrante y más del 50% de los niños latinos viven con al menos un padre nacido en el extranjero. Aunque muchos de ellos nacieron en EE.UU., enfrentan tensiones emocionales asociadas con la inmigración, como discriminación, ansiedad, depresión y ruptura de vínculos afectivos, según estudios recientes.
Estos desafíos se agravan para los menores indocumentados o con familias de estatus migratorio mixto, que lidian con el temor constante a la deportación. Diversos estudios muestran cómo la inmigración, lejos de ser solo un cambio geográfico, supone una ruptura emocional profunda con efectos duraderos en la salud mental infantil.
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La clave está en el apoyo familiar y la comunicación cercana
Una relación positiva entre padres e hijos puede atenuar los efectos del trauma migratorio. Amanda Venta, psicóloga clínica y profesora en la Universidad de Houston, remarcó que la comunicación abierta entre cuidadores y niños ayuda a que los menores enfrenten mejor la ansiedad y otros retos emocionales. Recomendó monitorear señales como aislamiento, trastornos del sueño o cambios abruptos en el comportamiento.
Luz Garcini, del Kinder Institute of Urban Research, coincidió en que los padres deben hacer un esfuerzo por conectarse con sus hijos, incluso si trabajan largas jornadas o no dominan el inglés. El tiempo compartido los fines de semana y las conversaciones sinceras sobre la escuela y las emociones son esenciales para construir confianza.
Técnicas efectivas para reducir la ansiedad en niños inmigrantes
La Academia Americana de Pediatría (AAP, por sus siglas en inglés) promueve prácticas como la respiración profunda, el pensamiento positivo y los momentos sin pantallas para fortalecer la salud emocional. Incluso 10 minutos de atención exclusiva al día pueden marcar la diferencia, según el organismo.
Otras recomendaciones incluyen actividades como manipular arcilla, frotar telas suaves o usar “anteojos chistosos” para hablar de miedos sin sentirse juzgados. Estas estrategias buscan crear entornos donde el niño se sienta seguro y comprendido, aspectos vitales cuando enfrentan duelos por lo perdido en el proceso migratorio.
También se enfatiza la importancia de modelar calma desde los adultos. Al enseñarles a los niños formas concretas para autorregularse, como pensar en lugares seguros o identificar sus emociones, se les brinda herramientas para enfrentar la incertidumbre con mayor resiliencia.
La adaptación escolar como desafío y oportunidad
La escuela representa otro reto para los niños latinos inmigrantes. Obstáculos como el idioma, la discriminación o la diferencia cultural pueden dificultar la integración. Alfonso Mercado, profesor en la Universidad de Texas, recomienda que los padres se involucren activamente en la vida escolar de sus hijos y conversen a diario sobre sus experiencias.
También se aconseja pedir traductores, conectarse con personal escolar bilingüe y establecer redes con otros padres. Estos vínculos fortalecen el sentido de comunidad, una pieza clave para enfrentar el aislamiento y las dificultades emocionales asociadas a la migración.
Riesgos mayores en niños indocumentados y no acompañados
Los niños sin estatus legal o que llegan solos enfrentan niveles alarmantes de ansiedad, depresión y estrés postraumático. Según investigaciones en JAMA Pediatrics y Current Opinion in Psychology, estas vivencias se agravan por las políticas migratorias severas y la falta de acceso a servicios de salud.
Separaciones familiares forzadas, detenciones prolongadas y entornos inestables aumentan el sufrimiento emocional. La AAP advierte que los menores en estas condiciones tienen menos probabilidades de recibir atención médica especializada y el doble de riesgo de no contar con un seguro de salud.
Señales de alerta en la salud mental de los niños inmigrantes
Tristeza persistente, aislamiento social, cambios en el sueño, irritabilidad o bajo rendimiento escolar pueden ser indicadores de problemas emocionales. Otros signos, según JAMA Pediatrics, incluyen conductas impulsivas, agresividad y quejas físicas sin causa médica.
Ante estas señales, expertos recomiendan buscar apoyo psicológico profesional y no subestimar el impacto de la inmigración en la infancia. Actuar a tiempo puede marcar una gran diferencia en el bienestar presente y futuro de los niños inmigrantes latinos.
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