NIUSGEEK tiene a prueba al Fitbit Sense 2, la segunda generación del reloj inteligente desarrollado bajo la administración de Google.
Con sus relojes, Fitbit supo imponer una vala alta en la industria del monitoreo de la salud desde wearables. Por años, la firma evolucionó a un ritmo envidiable y se convirtió en apetecible a la misma Google, que terminó adquiriendo sus activos hace un tiempo. Ya habíamos probado al Sense original y nos dejó una impresión grata, pero esta nueva generación llegó a imponerse en todo, pero parece estar lejos de su objetivo. ¿Vale la pena ir por el Fitbit Sense 2? Esta es la honesta opinión de NIUSGEEK.
FITBIT SENSE 2: Especificaciones técnicas
FITBIT | SENSE 2 |
DIMENSIONES | 40.4 x 40.4 x 12.4 mm | 37.6 gramos |
PANTALLA | 1,6 "" OLED | AOD | 336 X 336 |
SENSORES | Frecuencia cardiaca |
cEDA, ECG, EDA, SpO2 | Luz ambiente | |
Altímetro | |
Acelerómetro | |
Temperatura | |
PROTECCION | 5ATM |
CARGA | Conexión por pines | promesa de hasta 6 días |
CONECTIVIDAD | Bluetooth 5.0 | NFC para pagos | GPS | WiFi |
COMPATIBIILIDAD | Desde iOS 14 o Android 10 |
ADICIONALES | Motor háptico, altavoz, micrófono, Alexa |
FITBIT SENSE 2: Esto es lo que debes saber
Un diseño repetido. Pues no, no dista mucho del Sense original, salvo por elementos puntuales como el botón de interacción habilitado al lado izquierdo – que reemplaza al háptico del Sense 1 - y un revestimiento especial de los sensores. Ah, y lamentablemente el cambio más lamentable es el de las correas, que no son retro compatibles con la versión Sense de 2020.
Ojo al dato: estas correas no son hipo alergenas al 100%. Debido a mi sensibilidad con la silicona, tuve episodios de picazón y algunas heridas tras varios días de contacto con el equipo.
El armazón de aluminio de 40 milímetros del Sense 2 es rodeado por este marco de acabado de metal que aloja el reconocido sistema EDA para medición del estrés, además de darle espacio al micrófono del equipo al lado izquierdo y al parlante cerca al botón.
Ya en la tapa que entra en contacto con la piel, se alojan los sensores de ritmo cardíaco, de temperatura y el oxímetro en un arreglo con forma de cruz; flaqueado a su vez por los cuatro puntos de carga por contacto, que es compatible con el adaptador USB que vino con el Fitbit Sense original.
Sin novedad en pantalla. El AMOLED de 1,58 pulgadas es el mismo que el anterior, aunque su protección oleofóbica parece un poco mejor. Mantenemos el mismo brillo de pantalla, aunque ganamos en fondos personalizados y un poco más de vida en el AOD.
Asumo que, tal y como ocurrió con mi Sense original, este Sense 2 se llenará de arañazos en los bordes cuando comencemos a golpearlo involuntariamente contra todo. Si bien ha resistido caídas directas, el Corning Gorilla Glass 3 siempre ha sido sensible a los rayones.
Más allá de eso, tenemos buen brillo de panel bajo luz, aunque no tan intenso como relojes de similar precio (Huawei GT3 Pro o Amazfit GTR 4, solo por citar algunos).
Producto Google… sin Google. Hay algunas observaciones aquí. Para empezar, estamos ante un cambio de estrategia de Fitbit que reduce las opciones que ya teníamos antes. Primero, no tenemos conectividad WiFi habilitada por el usuario, a diferencia del primer Sense que sí permitía descargar contenido desde mi red de casa.
Además, este Sense pierde al Asistente de Google y solo mantiene a Alexa en ciertos mercados. Tenemos Google Maps, pero no representa mayor ventaja.
Sin apps de terceros. Es aquí en donde el asunto cambia drásticamente, respecto al primer modelo. Perdemos el acceso a las diversas aplicaciones que, por años, nutrieron a Fitbit de soluciones personalizadas. Ya no tenemos el control de Spotify para la música, ni solicitud de autos por Uber, o acceso a juegos y recordatorios de actividad más allá de lo que viene por defecto.
Entiendo que esto puede significar un alivio para muchos usuarios que miran con desdén estas apps y prefieren evitarlas, pero uno no espera que se arranque de raíz algo que ya venía desde el Versa. Es más, ni siquiera apuestan por WearOS para salvar la poca eficiencia de terceros en la plataforma, y optan por un giro que nos lleva a nada. Punto adicional, tampoco tienes control de música. Ninguno, ni propio. NADA.
FitbitOS distinta. Ok, los cambios son evidentes. Estamos ante un sistema más claro, con pantallas más informativas y una barra de configuración que tiene más sentido: arrastrada desde arriba y no en la primera pantalla como en la versión anterior.
Toda la interfaz se siente más fluida, y eso debería ser un punto favorable al no tener tantas apps precargadas. Mantenemos los accesos para las rutinas de ejercicios, el servicio Premium – tienes seis meses gratuitos con un Sense 2 - para sesiones de mindfulness que los usuarios pueden seguir de manera personalizada y un mayor despliegue de datos relacionados al estrés, el descanso y detalles más allá de la actividad física.
Mejora sen métricas. Ante esta adversidad, Fitbit ha mejorado con consistencia en el recojo de información, aunque con ausencias. Para empezar, la medición de pasos ya no es tan imprecisa y reduce la cantidad de pasos registrados sin haber caminado, efecto de una extrema sensibilidad
En el caso del cEDA – el nuevo sensor de medición del estrés – es un ajuste de la primera generación que permite un reconocimiento continuo de nuestra respuesta corporal ante determinados estímulos externos. Otro atributo es el medidor constante de ritmo cardiaco, que ahora combina la data que extrae con otros parámetros, como la respiración durante etapas del sueño y el pulsioxímetro.
Lamentablemente, la medición de oxígeno sigue siendo un proceso sin intervención del usuario, y solo se registra de noche mientras dormimos. Hay varios detalles automatizados del dispositivo y la propia app que pasan por segundo plano, y que funcionan. Sin embargo, no están liberadas para el uso del usuario cuando desee. Por ejemplo, la medición de temperatura corporal o el ECG.
Más autonomía. Sí, se nota y se entiende que la eliminación de varias funciones del Sense original. Esta reducción permite que el equipo pueda tener un día más de independencia del cargador. En mis pruebas, logré hasta 5 días completos con todas las opciones, y usando Google Maps por momentos. Si bien el Sense 1 me dio una autonomía de hasta 6 días, decayó un 30% durante el año de uso.
Lo que me sorprende es que demore más en cargar que el Sense 1, pues esa generación logra ir de 0 a 100% en una hora. En este caso, me ha tomado hasta 75 minutos en lograr llenar la batería.
FITBIT SENSE 2 ¿Vale la pena?
Creo que no, y te diré por qué. Siento que es un reloj distinto, más enfocado en experiencias de salud que en uso promedio, y que termina desviándose de la promesa del Sense 1 para mal: sin Google, sin control musical, sin WiFi y sin carga más veloz.
Ya el solo hecho de no ser superior al modelo original, me hace considerar otras marcas más encaminadas en añadir funciones en lugar de retirarlas. Amazfit, Huawei y Samsung superan, por mucho, lo que Fitbit ofrece como equipo. Como suscripción, Fitbit destruye a las otras. Sin embargo, eso sirve de poco cuando tu uso diario se ve interrumpido por ausencias. Yo no voy.
* Equipo cedido por Fitbit desde el 17 de diciembre del 2022 hasta la publicación de la reseña. Precio en Amazon 299 dólares.
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