Hoy, al cumplir seis meses en la Presidencia, Dina Boluarte pronunciará un discurso que debería servir para inaugurar una nueva etapa.
Escucha el canal de podcast de Las cosas como son en RPP Player.
Independientemente de su tasa de aprobación y de los cuestionamientos que se le puedan hacer, Dina Boluarte es la presidenta constitucional de todos los peruanos. Llegada al poder de manera súbita, tuvo que hacer frente a un complejo movimiento de protestas.
Ciertamente no lo hizo de la manera más apropiada. Y desde entonces no ha sabido expresar empatía a las víctimas ni dotarse de una estrategia de apaciguamiento y reconciliación. Mientras continúen las investigaciones y se establezcan las responsabilidades por las muertes, el país necesita un liderazgo claro que defina un rumbo y convoque a los más calificados.
Hoy, al cumplir seis meses en la Presidencia, pronunciará un discurso que debería servir para inaugurar una nueva etapa. Lo que le corresponde como jefa de Estado es afirmar la independencia de las instituciones, la fidelidad a la democracia y el respaldo a un modelo económico que genere y distribuya riqueza, cree empleo y mejore las condiciones de vida de la población.
Como jefa del Ejecutivo debe renovar su equipo de gobierno, sustituyendo a los ministros que ya no sean capaces de despertar confianza y gestionar sus respectivos sectores. Ha llegado la hora de hablar con claridad sobre la mala política de salud pública y preparar al país para las consecuencias de El Niño. Ella tendrá que decidir si va a reformular su iniciativa de ley para recortar los mandatos electivos, o si se siente capaz de gobernar hasta el 2026.
Dina Boluarte ha logrado sobrevivir políticamente gracias a su alianza con el Congreso. Pero no basta con sobrevivir. El Perú no puede vivir tres años más con cifras económicas mediocres y sin una visión que promueva la esperanza y dinamice la economía. No hay mucho que celebrar de los últimos seis meses. Lo que tenemos derecho a esperar es que su discurso anuncie un plan de renovación y no se limite a pura retórica y a rituales sin alma.
Las cosas como son
Comparte esta noticia
Siguenos en