La prestigiosa revista The Economist publicó su Índice de Democracia 2024 y el Perú no ha mejorado. Por segundo año consecutivo, se considera que nuestro país es un régimen híbrido, es decir, que tiene un sistema que mezcla características de democracia y autoritarismo. ¿Qué significa esto?
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Por segundo año consecutivo, el Índice de Democracia de la revista The Economist clasificó al Perú como un régimen híbrido. Para este ranking, todos los países del mundo son agrupados en cuatro categorías: aquellos que tienen una democracia plena, una defectuosa, un régimen híbrido y uno autoritario, sostiene Percy Medina, jefe de la Misión de Idea Internacional en el Perú.
“Un régimen híbrido es un estado entre democracia y autoritarismo. En el caso de Perú, uno de los ámbitos a medir es la cultura política y es donde estamos peor”, señala.
En el ranking, el Perú cayó dos posiciones, del puesto 75 al 77. Nuestro país continúa al nivel de gobiernos latinoamericanos como el de México, Ecuador, Honduras, Guatemala, Bolivia y El Salvador, donde acaba de ser reelecto presidente Nayib Bukele.
Solo Uruguay y Costa Rica son considerados países plenamente democráticos; mientras que Chile, Colombia, Paraguay, Argentina y Brasil están catalogados como democracias defectuosas. En cola se encuentran los gobiernos que The Economist considera como regímenes autoritarios: Haití, Cuba, Venezuela y Nicaragua.
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El escenario peruano como régimen híbrido
Pero, ¿qué factores han permitido que el Perú continúe siendo considerado un régimen híbrido? Para el analista político Enzo Elguera, la citada revista toma como uno de los factores para esta denominación el discurso populista de las autoridades políticas en el país, el cual es utilizado como un “modus operandi” para maquillar la realidad y el desbalance que el país enfrenta a nivel institucional.
“Otro atributo de esta calificación también es la incertidumbre. Ahora, el hecho de que las protestas sociales (en contra del Gobierno) se prolongaran por tanto tiempo también afectó demasiado la economía regional del Perú y, por ende, la percepción internacional”, agrega.
Entre los criterios que evalúa la influyente publicación se consideran la participación política, las libertades civiles y la cultura política, entre otros. Es precisamente en el conocimiento de cómo funciona nuestro sistema político en el que el Perú mantiene uno de los puntajes más bajos del mundo, siendo superado por países como Bangladesh y Malawi.
El politólogo Fernando Tincopa sostiene que, para salir de esta situación, el Perú debería comenzar por fortalecer algunos indicadores básicos, como el de mejorar la calidad de las libertades de los ciudadanos, que está vinculada a la capacidad que tienen las personas de expresarse y hacer denuncias.
Sostiene que también es importante la mejora de los procesos electorales, donde no solo basta darle autonomía a órganos como la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE) y el Jurado Nacional de Elecciones (JNE), sino que su trabajo también cuente con el aval de los participantes.
“Debemos fortalecer el funcionamiento del gobierno, que está como indicador, que no solo se concibe la democracia como una participación para elegir a un gobierno cada cinco años, sino como un proceso que implica otorgar derechos y responsabilidades a los ciudadanos”, sostiene.
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Un problema de inversión
Por su parte, el analista político Óscar Díaz considera que “es preocupante” que, por segundo año consecutivo, la democracia peruana sea considerada como régimen híbrido, una calificación que “no le hace bien al país de cara a atraer inversiones y mostrar un gobierno decente”.
En ese sentido, precisa que para hacer frente a esta situación, deben responder tanto el Poder Ejecutivo, en cuanto a transparentar su información y ponerse a disposición de las investigaciones para hallar a los responsables del fallecimiento de peruanos en las últimas protestas; y el Poder Legislativo, por formular iniciativas legislativas que atentan contra la labor autónoma de instancias como el JNE, la ONPE y la Junta Nacional de Justicia.
“Esto pone en riesgo la democracia porque está amenazando lo que ha sido el pilar del desarrollo económico del Perú en las últimas dos décadas: la independencia de poderes y la estabilidad jurídica. Por lo tanto, si el Ejecutivo hace lo propio, transparentando información y abriéndose a cualquier investigación para hacer justicia; y el Congreso de la República deja de amenazar la democracia con interrumpir o meter la mano, tener injerencia directa indebida en otros poderes del estado, podremos salir perfectamente de esta calificación vergonzante de democracia híbrida”, recalca.
Que el Perú siga siendo considerado un país en el que la democracia convive con el autoritarismo debería encender las alertas de nuestras autoridades, en todos los poderes del Estado. Al final, quienes sufren las consecuencias son todos los peruanos.
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