Cada año, la máxima autoridad de turno se reúne con representantes de bancadas en el Congreso para buscar consensos, una meta que ha dado resultados en el pasado, pero que también ha producido rechazo en los últimos años. Ahora que la presidenta Dina Boluarte agendó reuniones con estos legisladores, ¿los peruanos veremos alguna diferencia en nuestras vidas cotidianas?
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Se trata de una suerte de renovación de votos. Cada año el presidente de turno —esta vez la presidenta Dina Boluarte— convoca a reuniones con los representantes de las distintas bancadas del Congreso de la República con el objetivo de encontrar puntos en común y lograr consensos en beneficio de la ciudadanía.
Sin tener en cuenta que desde 2021 las bancadas han pasado de ser 10 a 13 y cambiado de nombre e integrantes en más de una ocasión, además de existir un número de no agrupados, no deja de ser saludable que estos encuentros se den: incluso los legisladores salen de Palacio de Gobierno y ofrecen declaraciones ante la prensa luego de un evento que, de acuerdo a expertos consultados por El Poder en tus Manos, podría tener más buenas intenciones que resultados concretos.
"Lo que pasa hoy es lamentable", opina el analista político Óscar Díaz. "Tenemos a un Poder Ejecutivo casi pintado en la pared y por lo tanto estas reuniones con las bancadas, que son además múltiples, ya no son dos, tres, cuatro, sino 13... más parece una rendición de cuentas por parte del Ejecutivo, que no tiene mayor iniciativa y que tiene que acatar, de manera sumisa, los caprichos y los intereses subalternos que llevan adelante las bancadas en el Congreso por intereses particulares".
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¿Reuniones trascendentes?
En principio, es bueno que el Ejecutivo y el Legislativo tengan estos espacios de diálogo para lograr consensos, sostiene el especialista en gestión pública y asuntos parlamentarios Martín Cabrera. Sin embargo, en el contexto en el que nos encontramos, afirma, esto ha sido difícil.
"No ha habido espacio para lograr diálogo ni consensos. Una prueba de ello es la forma cómo se ha fragmentado el propio Parlamento y las dificultades que hubo al principio, por lo menos, de construir una agenda de manera coordinada con el Poder Ejecutivo", sostiene.
Cabrera agrega que las reuniones entre bancadas y presidencia sí tienen un impacto significativo, pero que "el asunto está en lograr que estas realmente aterricen en cosas concretas y no parezcan simbólicas".
Hubo un tiempo en que este tipo de reuniones fueron trascendentes, asegura, por su parte, Óscar Díaz. Sobre todo en gobiernos anteriores. "Pero en gobiernos fuertes, no gobiernos que hayan llegado con el 10% de aprobación popular en una primera vuelta para una segunda, no en gobiernos que no tienen bancada, no en gobiernos que tienen como presidente a un vicepresidente que asume tras un fallido golpe de Estado del que era la cabeza del país en ese momento. Por lo tanto, las circunstancias son distintas".
Martín Cabrera recuerda épocas específicas en las que estas reuniones fueron fructíferas. "Yo recuerdo que hubouna oportunidad en la época del gobierno de [Alan] García, cuando se estaba trabajando en el Tratado de Libre Comercio [TLC], e hicieron posible que se pudieran alinear algunas posiciones y que el Congreso hiciera lo que finalmente hizo con la aprobación de este importante tratado".
Este contexto, comenta Díaz, hace que la gente vea estas reuniones como algo "poco trascendente" y que "la ciudadanía ve con indiferencia".
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¿Podemos mejorar?
El reto está, actualmente, en plantear mejor las reuniones, añade Martín Cabrera. Lo segundo, dice, es elaborar una buena agenda. "Lo ideal sería que estas reuniones sean acompañadas también por la representación de la sociedad civil. Me resultaría interesante, provechoso y de mayor impacto si estas reuniones son acompañadas por el Acuerdo Nacional, por lo menos por su secretario, para que participe como una suerte de garante de que la agenda que se aborda es oportuna, pertinente, realista, pero sobre todo útil".
Cabrera ofrece un ejemplo: "Digamos que el Congreso ha aprobado en los últimos años muchas leyes. Digamos que del 2016 al 2024, y este es el reporte de la página web del Congreso, existen 84 leyes pendientes de ser reglamentadas. Ese debería ser un tema de agenda de estas reuniones. ¿Por qué hay una ley del año 2016 que todavía no se reglamenta? ¿Qué ha pasado? Leyes pertinentes, necesarias, útiles".
"Si se hacen así, realmente podríamos pensar que estas reuniones son realmente útiles. Si no, en realidad serían meramente simbólicas, inútiles y una pérdida de tiempo. Porque a estas alturas, hablar de reuniones de este nivel que suponen trabajo, esfuerzos conjuntos para plantear reformas son bien arriesgadas. No se pueden trabajar así si es que hay un congreso fragmentado con 13 bancadas, si hay un Poder Ejecutivo que todavía no logra plantarse y establecer una ruta clara", finaliza.
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