En la última encuesta de CPI, con datos a julio de este año, se reveló el alto porcentaje de desaprobación que tienen la presidenta Dina Boluarte y el Congreso de la República. Esto, en medio de una crisis de confianza que también alcanza a algunos gobernadores regionales y alcaldes en el país. ¿Cómo nos afecta como sociedad?
La encuesta de CPI a julio de este año reveló que el 80.5% de peruanos desaprueba la labor de la presidenta de la República, Dina Boluarte, y el 90.8% de los encuestados rechaza el papel que realiza el actual Congreso de la República. Un panorama similar podría también alcanzar a gobernadores y alcaldes que vienen siendo cuestionados por su cercanía con el Ejecutivo en medio de la crisis política que atraviesa el país o el bajo nivel de ejecución de presupuesto que han mostrado.
Frente a esta situación, es preciso profundizar aún más en las razones detrás de la pérdida de confianza que sufren las autoridades electas, incluso a tan solo meses de haber asumido el cargo. Para entender este punto es importante -primero- explicar qué es la legitimidad y por qué es una pieza crucial para la democracia.
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¿Qué se entiende por legitimidad?
Para el analista político y experto en derecho electoral, Óscar Matutti, la legitimidad ocurre cuando la población se siente representada por las autoridades que eligieron y, por tanto, estas cuentan con el respaldo de la población en la toma de decisiones.
“Cuando no hay legitimidad significa que, en efecto, la población no cree en las instituciones, no cree además en las autoridades electas (...) Los ciudadanos y las instituciones pierden confianza en el sistema democrático y en su capacidad para representarlos y, además, satisfacer sus elementales necesidades y aspiraciones como población”, indica.
Si bien en Perú las autoridades elegidas democráticamente empiezan a perder popularidad tras haber asumido el cargo, el problema podría partir un poco antes. Para la politóloga Katherine Zegarra la oferta electoral que proponen las agrupaciones políticas durante campaña no terminan por llamar especial atención de los ciudadanos, por lo que resultan electas con escaso respaldo.
A ello se suma que, ya en el poder, estas autoridades van generando decepción a vista del ciudadano porque actúan de acuerdo a sus propios intereses y no en pos del bien común, recalca Zegarra. “Entonces, lo que sí tenemos es la legalidad en el sentido de que cumple una serie de procesos electorales (...) se cumplen estas cuestiones procedimentales, sin embargo, los políticos no tienden a ser legítimos porque no se considera que su actuar se da a favor de la ciudadanía”, sostiene.
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Las causas del bajo nivel de confianza
La pérdida de respaldo a las autoridades electas puede responder a diversos factores. Uno de ellos radica en la respuesta que los funcionarios muestran frente a escenarios adversos como crisis o desastres naturales, comenta el secretario general de la Asociación Civil Transparencia, Ivan Lanegra.
“A veces esa baja aprobación deriva de una evaluación negativa respecto de las expectativas que tiene la ciudadanía de la autoridad. En ocasiones son más bien el resultado de malas decisiones que ha adoptado el Gobierno y que tienen consecuencia negativa para la ciudadanía y la ciudadanía lo señala con una baja aprobación”, refiere.
“Desde luego hay una situación en la cual la ciudadanía va perdiendo la confianza en la autoridad, va generando una situación de lejanía de la gente respecto a lo que sus autoridades hacen y peor aún si (...) la propia autoridad no considera o no toma en cuenta estas preocupaciones. Más bien las considera no relevantes o inclusive, en casos más serios, los desprecia”, agrega.
Por su parte, el abogado Óscar Matutti considera que entre los factores que contribuyen a la crisis en la legitimidad de la democracia peruana se encuentran la corrupción, la desigualdad, la falta de transparencia del manejo público, la polarización y la falta de consenso.
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¿Cómo podemos cambiar este escenario?
Para revertir esta situación hay que tener en cuenta que, en una democracia, los funcionarios no son solo electos, sino que deben rendir cuentas a la población, más aún si se comenten errores de por medio, sostiene Ivan Lanegra.
Al respecto, Zegarra menciona que, si bien los ciudadanos pueden estar “bastante hartos de la clase política”, la solución no es alejarse, sino involucrarse en la problemática.
“No necesariamente tienes que buscar participar en las elecciones, pero sí es recomendable, por ejemplo, que discutas con vecinos o con tus amigos, con personas que piensan distinto sobre las diversas problemáticas y brindarles estas preocupaciones a nuestras autoridades”, resalta.
La crisis de legitimidad de las autoridades electas debe ser vista en el Perú como una oportunidad para que los ciudadanos comprendan la importancia de que sus representantes deben rendir cuentas de forma constante sobre lo que hacen o dejan de hacer ya instalados en el poder. Y es que el voto otorgado en elecciones no es un cheque en blanco.
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