La popularidad de la presidenta Dina Boluarte alcanzó su cifra más baja durante el presente mes de abril. Su desaprobación sería la más baja de un mandatario en los últimos 20 años.
En medio del caos político por el caso Rolex, la aprobación de la presidenta Dina Boluarte alcanzó su punto más bajo en lo que va de su Gobierno.
Así lo indica una reciente encuesta de Datum Internacional, realizada para el Diario El Comercio, que revela que solo el 7% de la ciudadanía aprueba la gestión de la mandataria. Según el referido medio, esta sería la cifra de aprobación más baja para un jefe de Estado peruano en las dos últimas décadas, solo igualada con la obtenida en junio del 2004 por el entonces presidente Alejandro Toledo.
El estudio dio cuenta que la baja aprobación de la presidenta se redujo en tres puntos porcentuales este mes, pues la cifra se mantuvo en 10% durante el primer trimestre del presente año.
Cabe resaltar que en las regiones del oriente es donde la presidenta Boluarte tiene el porcentaje más bajo de aprobación, con 6%. Mientras que en el norte, sur y centro alcanza un 7%. El porcentaje más elevado lo tiene en Lima y Callao con un 9 %.
Respecto a las explicaciones que la mandataria ofreció a la ciudadanía respecto al caso Rolex, un 92 % de peruanos asegura no creer su versión de los hechos, acerca de que fueron prestados por el gobernador regional de Ayacucho, Wilfredo Oscorima.
Por otro lado, la encuesta indica que el 70% de la ciudadanía desaprueba la gestión de Gustavo Adrianzén como presidente del Consejo de Ministros. Solo un 8% aprueba su labor en el referido cargo.
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Por su parte, la desaprobación del Congreso de la República llegó al 86 %, cifra que ha sido constante durante el presente año. Solo un 9% aprueba el desempeño de este poder del Estado.
En tanto, la gestión de Rafael López Aliaga obtuvo un 32 % de aprobación, un aumento de cuatro puntos respecto a marzo. Sin embargo, su labor al mando de la Municipalidad de Lima llegó al 61 % de desaprobación.
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Oscorima debería saber que al mantener la incertidumbre en torno a la presidenta no hace sino prolongar un clima político que no le conviene a nadie.
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