La muerte de Alberto Fujimori

| Fuente: Captura de video Youtube

Lo mejor que podría suceder es que su muerte no agrave las divisiones, sino, al revés, que sirva para dialogar y poner las energías políticas al servicio de la vida en común.

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La muerte otorga gravedad a la vida y permite sopesar lo esencial de lo logrado y lo no logrado por la persona que desaparece. La muerte de Alberto Fujimori, como la de todo hombre público que deja huella, dará lugar a declaraciones de sus allegados, sus admiradores y también de sus detractores. Irrumpió en la escena política en 1990 como un candidato marginal y permaneció en el poder más de diez años.

Durante ese lapso el Perú cambió. Se controló la hiperinflación, se relanzó la economía, se derrotó a dos grupos terroristas, se dotó al país de una nueva constitución y se firmó la paz con Ecuador.

El autogolpe de 1992, la violación de Derechos Humanos, el papel de Vladimiro Montesinos y las circunstancias de su renuncia en el 2000 también forman parte de su legado.

Después de purgar parte de su condena de 25 años, fue liberado por un indulto concedido el 2017 que se hizo realidad el 2023 en virtud de una decisión del Tribunal Constitucional.

Los analistas y los historiadores seguirán discutiendo sobre los méritos y los errores de un dirigente político que hasta sus últimos días aspiró a regresar al poder.

Primer latinoamericano de origen asiático que llegaba a la presidencia de un país de nuestra región, Fujimori se esforzó en reinsertar al Perú en la economía mundial y multiplicó las obras públicas en todas las regiones de nuestro país. Al mismo tiempo, creó una corriente política que sigue teniendo vigencia en el Congreso y en el corazón de muchos ciudadanos.

Deja también familias enlutadas y víctimas a las que alguna vez expresó su pesar, así como el reconocimiento de actos execrables cometidos durante su mandato. Hoy y mañana serán días de duelo y de velatorio, el sábado será enterrado en un cementerio de Huachipa.

Lo mejor que podría suceder es que su muerte no agrave las divisiones, sino, al revés, que sirva para dialogar y poner las energías políticas al servicio de la vida en común. Por ahora, lo que corresponde es expresar a sus parientes, amigos y partidarios la más sincera de nuestras condolencias.

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La muerte de Alberto Fujimori

Lo mejor que podría suceder es que su muerte no agrave las divisiones, sino, al revés, que sirva para dialogar y poner las energías políticas al servicio de la vida en común.

Fernando Carvallo

Fernando Carvallo Columnista

Periodista

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