Al menos 24 partidos políticos podrían participar en comicios si mañana fueran las elecciones, cinco grupos más de los que presentaron candidatos en las Elecciones 2021. Pero, ¿a qué se debe este incremento? ¿Un mayor número de agrupaciones políticas es sinónimo de mejor o peor democracia? Especialistas nos explican qué hay detrás de este fenómeno.
En los últimos años, las elecciones generales en el Perú se han caracterizado por tener un número elevado de organizaciones políticas inscritas y de listas de candidatos. Al cierre de este informe, 24 organizaciones están habilitadas ante el Jurado Nacional de Elecciones (JNE) para ser parte de los próximos comicios. Esto aún cuando en su edición 2023, el Latinobarómetro indica que el 90% de los peruanos no considera que los partidos políticos funcionan bien.
Una de las razones por las que el número de partidos en el Perú se ha incrementado se debería a que se han reducido los requisitos para su inscripción. Desde el año 2019 se les pide a las organizaciones, entre otros aspectos, tener como afiliados a un número mínimo equivalente al 0.1% de peruanos del padrón electoral, cuando antes se necesitaba juntar firmas de adherentes por un equivalente al 4% del mismo registro, señala Luis Egúsquiza, oficial de Programas de IDEA Internacional.
A ello, se suma -agrega el abogado- la suspensión progresiva de otras disposiciones y filtros que podrían haber hecho que estos grupos pierdan sus inscripciones, como presentar candidaturas en determinada extensión del país, incumplimiento del pago de multas, aplicación de elecciones primarias abiertas, entre otros.
“Me parece que lo más importante es que han ido [estableciendo], a través de legislación específica para cada elección, excepciones a la Ley de Partidos Políticos, se han ido ablandando las normas que se habían incluido en la Ley de Partidos Políticos (...) Hemos tenido procesos con normas suspendidas que han afectado y hacen que los partidos ahora no tengan límites para su existencia en el registro de organizaciones políticas”, indicó.
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Agrupaciones sin institucionalidad
Al marco jurídico poco riguroso se le suma también otro factor importante: la falta de institucionalidad de los partidos políticos. Sobre este punto, el politólogo y experto en temas electorales Óscar Matutti señaló que, en cada proceso electoral, no faltan grupos que acogen, cual “carpas ambulantes”, a candidatos que salen o entran en estos espacios sin mayor consecuencia.
“Ese es un grave problema para el país porque han proliferado muchos partidos políticos y esa proliferación lo que hace es fragmentar las preferencias de la población, fragmenta la representación, fragmenta las representaciones en el Congreso y, además de eso, origina que los dos ciudadanos que tengan una mínima representación a la segunda vuelta en las elecciones presidenciales”, precisa.
Entonces, ciertamente la cantidad de partidos ha incrementado con los años, pero ¿esta cifra es un indicador de buena o mala calidad democrática? No necesariamente. El número por sí solo no nos dice mucho, sino que hay que tener en cuenta dos aspectos claves, indicó Iván Lanegra, secretario general de la Asociación Civil Transparencia.
“[Uno es] si los partidos realmente representan a una buena parte de la ciudadanía. Es decir, si los ciudadanos se sienten identificados en alguna medida con los partidos más importantes o, por lo menos, aquellos que tienen posibilidades electorales. Y, segundo, si los partidos tienen cierta fortaleza, (...) resisten en el tiempo, que tienen bases en todo el país, que tienen capacidad de presencia en el espacio público (...) que hace que haya cierta estabilidad en la oferta”, expresa.
Trabajo pendiente
La desconfianza general por los partidos políticos es un factor que se ha gestado en el país desde los años 90 y que aún permanece presente según recientes encuestas. Entonces, ¿qué hacer para que la situación mejore? El abogado Egúsquiza planteó líneas de acción que se podrían abordar desde el Poder Legislativo y las organizaciones políticas.
“El primer paso es descongelar las reformas de selección de candidaturas y también de consecuencias que puede tener el mal uso del financiamiento público. Hay que mirar esas normas porque es ahí donde la información, la transparencia, el acceso público a esos procedimientos (...) puede mejorar e introducir incentivos para que los partidos se fortalezcan y hagan las cosas bien”, refirió.
Egúsquiza también hizo hincapié en abrir la posibilidad de la reelección en cargos públicos, un aspecto no muy popular a vista de los ciudadanos, pero que podría dar pie al desarrollo de una carrera política para las autoridades electas.
“Lo otro me parece que es poder garantizar solo la posibilidad de una continuidad, la posibilidad de una carrera política. La carrera política en el Perú no existe porque, digamos, te eligen y luego te despides hasta el siguiente periodo con una pérdida de capital político grande”, precisó.
Es así que apuntar hacia un mejor sistema democrático requiere también de organizaciones políticas, serias, consistentes y que ofrezcan una mejor capacidad de representación de la población peruana. La tarea está en manos de los líderes de los partidos, pero también de sus actores en el Congreso de la República.
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