El ausentismo electoral ha ido en aumento en los últimos procesos electorales y las recientes Elecciones Regionales y Municipales no fueron la excepción. La estadística es contundente: uno de cada cuatro peruanos no acudió a las urnas en estos comicios.
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Las Elecciones Regionales y Municipales 2022 confirmaron una tendencia: cada vez vota menos gente en el Perú. En estos comicios se registró un ausentismo de 22,7%, la cifra más alta desde que se eligen gobernadores regionales y autoridades municipales en simultáneo (2002). En otras palabras, casi un cuarto de la población electoral no participó de los comicios.
En este tipo de procesos electorales, la participación ha ido disminuyendo progresivamente desde el 2010, cuando el 86% del padrón de electores acudió a las urnas. La participación decayó posteriormente en 2014 (84%) y 2018 (80%) hasta llegar al 77% en las recientes Elecciones Regionales y Municipales 2022.
Esta situación no es exclusiva de las elecciones subnacionales. En las elecciones generales (donde se eligen presidente y congresistas) encontramos una tendencia similar en las últimas dos décadas. Tomando como punto de partida la elección del 2006 (88%), la participación en la segunda vuelta de los comicios del 2021 se contrajo en 14 puntos (74%). Esta cifra significó el ahondamiento de la curva descendente evidenciada en los procesos 2011 (84%) y 2016 (81%).
Para el profesor del Departamento de Ciencias Sociales de la PUCP, José Incio, la disminución de la participación electoral debe ser tomada seriamente por la clase política y la élite económica. “Lo que estamos viendo es que cada vez más personas se sienten menos representadas con el sistema político, con la idea de las elecciones o con la promesa que en las elecciones puede haber buenos candidatos, o buenas figuras políticas que representen sus demandas o les genere un bienestar público”, expresa.
¿Por qué no se acude a votar?
El ausentismo en Lima Metropolitana, la jurisdicción que concentra el mayor número de votantes del país (7,5 millones de electores hábiles), alcanzó el 21,5% en las elecciones del 2 de octubre. San Isidro y Miraflores fueron los distritos con menor votación. En estos lugares un tercio de la población no acudió a sufragar.
A nivel nacional, el ausentismo en estos comicios se sintió con mayor fuerza en la región Loreto, donde alcanzó el 34% del padrón electoral. En esta región encontramos distritos como San Pablo, donde el 49%, prácticamente la mitad de electores, no fue a votar.
El secretario general de Transparencia, Iván Lanegra, indica que las razones para no votar pueden ser múltiples y no deben leerse siempre como un rechazo al sistema. “Una persona que se abstiene voluntariamente de votar, por ejemplo, por razones políticas, sí estaría ligado a una forma de protesta, pero en muchas ocasiones gran parte del ausentismo no tiene que ver con ello, sino con otras razones que dificultan el voto”, señala.
En esa línea, la politóloga Paula Távara menciona que la baja expectativa electoral se combina con complicaciones logísticas como la movilización al centro de votación. Esto podría explicar los altos índices de ausentismo en algunas zonas del país.
“Los costos de pagar una multa, encontrar una excusa, se ven menores frente al desgano y a la desesperanza de tener que emitir el voto. Esto se hace latente tanto en Lima como en algunas regiones del país donde el costo de ir a votar puede ser más alto que la multa. Por lo que se requiere que haya mucho estímulo e interés para acercarse a votar”, explica.
¿El voto facultativo sería conveniente?
En este contexto, los especialistas señalan que modificar la obligatoriedad del voto no es una medida que contribuya a fortalecer el ejercicio democrático. Si bien considera que los niveles actuales de ausentismo todavía no impactan directamente en la legitimidad social de las autoridades electas, para Távara el voto voluntario podría repercutir negativamente.
“Dada la falta de representatividad que la gente siente respecto a los partidos políticos, la aplicación del voto voluntario podría llevarnos a niveles de participación muy bajos, que sí pudiesen llevar a cuestionar el sistema democrático”, comenta.
Por su parte, el secretario general de Transparencia, Ivan Lanegra, asegura que un voto optativo tendría repercusión social, ensanchando las diferencias entre los ciudadanos. “El voto facultativo lo que originaría posiblemente es ampliar aún más las brechas que tienen los peruanos en la facilidad para ir a votar. Podría tener un impacto muy importante en la legitimidad del proceso, también podría alentar, como ocurre en otros países, prácticas de carácter clientelar”, sostiene.
Más que buscar respuestas en la ciudadanía, las recetas para reanimar el voto estarían en la otra orilla, menciona el politólogo José Incio. “Que las personas no se sientan identificadas con las elecciones no es culpa de los electores, es culpa de la oferta política. Los partidos que tenemos no están haciendo ese trabajo de conexión”, concluye.
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