Audios difundidos por la prensa nos han permitido escuchar cómo negocia una congresista con sus empleados. Desde la presión matonesca para ir inmediatamente a un cajero, hasta la supuesta necesidad de grandes montos para comprar medicamentos de Alberto Fujimori o financiar viajes de sus hijos Keiko y Kenji.
Escucha el canal de podcast de Las cosas como son en RPP Player.
Las revelaciones sobre el comportamiento delincuencial de la congresista María Cordero Jon Tay se producen en muy mal momento. Las encuestas muestran que la gran mayoría de los peruanos desconfía de sus autoridades políticas y particularmente de las parlamentarias. Y no nos consolemos repitiendo que los Congresos son mal considerados en todas partes del mundo. Ni siquiera en nuestro país, tan proclive a la desconfianza y la detestación, la tasa de aprobación había llegado a los niveles paupérrimos en que se halla ahora. Audios difundidos por la prensa nos han permitido escuchar cómo negocia una congresista con sus empleados. Desde la presión matonesca para ir inmediatamente a un cajero, hasta la supuesta necesidad de grandes montos para comprar medicamentos de Alberto Fujimori o financiar viajes de sus hijos Keiko y Kenji. ¿En qué otro ambiente laboral un patrón podría exigir a su subordinado que le devuelva en efectivo una parte de su salario? La escena podría figurar en un pastiche de novela indigenista para evidenciar la distancia sideral que puede separar a la gente con poder del resto. Pero, ¿cómo ha podido llegar la señora Cordero a la lista de candidatos de Fuerza Popular, antes de recibir el voto de poco más de dos mil tumbesinos? Y peor aún, ¿cuáles son los mecanismos de contratación de personal en el Congreso, para terminar con funcionarios que, en el espacio esencial de nuestra democracia, viven bajo un régimen de explotación indigno e impune? Nuestro país merece algo mejor de sus instituciones. Pero a fuerza de conocer los detalles, uno termina por comprender por qué se diluyó la idea de adelantar las elecciones. Necesitamos construir partidos con dirigentes honestos, ideas claras y verdadero amor al país. En caso contrario, se podrá decir de nosotros que no aprendimos las lecciones del lamentable paso de Pedro Castillo por la presidencia.
Las cosas como son
Comparte esta noticia
Siguenos en