Tras el terremoto de 1970 que sepultó la ciudad de Yungay, dos sobrevivientes de la tragedia señalan los problemas que hasta la fecha aún arrastra el Estado en el manejo de los desastres.
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Tras el terremoto de 7.9 de magnitud que sacudió Huaraz y que posteriormente un alud sepultó la ciudad de Yungay, las consecuencias sociales aún persisten y son señaladas por los sobrevivientes de esta tragedia. Corrupción, centralismo y mala administración son algunos de los problemas que 52 años después aún se encuentran presentes.
Carlos Martínez, periodista huaracino y sobreviviente del terremoto, apuntó en Ampliación de Noticias que la ayuda demoró en llegar hasta la zona afectada y que muchas personas no tenían qué comer durante esos días. “Vivir en ese momento era ver la dura crisis de dolor de la familia”, expresó.
“La ayuda demoró en llegar porque la situación se hizo tan difícil que no había formas de llegar. Incluso pasaron días y había cadáveres enterrados entre los escombros. La ciudad se convirtió en una ciudad crítica colapsada. No había servicios de agua, ni de luz. No había que comer y las ayudas llegaron después de un mes”, explicó Martínez.
El periodista indicó además que los malos manejos que se dieron durante la tragedia, las consecuencias se ven hasta el día de hoy. Por ejemplo, indicó, la reconstrucción de la ciudad en donde a los damnificados se reubicaron “de manera injusta”.
“Vimos de cerca el mal desarrollo, la mala planificación de las autoridades que llegaron a reconstruir Huaraz en total desorganización e injusticia porque se empezó la planificación de Huaraz reubicando a los damnificados de manera injusta. Nosotros teníamos una casa y nos la quitaron porque habíamos perdido a nuestra familia”, indicó.
Dicotomía: centro y periferia
Bajo esa misma línea, el escritor Marcos Yauri, quien es también sobreviviente del terremoto hace un análisis sobre esta situación que, en sus propias palabras, “demostró que el Perú era un país que no se conocía a sí mismo, la realidad nacional era desconocida”.
Yauri Montero señala que durante la reconstrucción de la ciudad se cometieron “viles errores”, entre ellos el robo de las donaciones hasta el trato de superioridad que recibían por parte de los ingenieros.
“El trato que recibimos por medio de sus ingenieros y sus especialistas que llegaron hacia destacadas zonas, cometieron barbaridad y media. El no respeto hacia la vida humana porque se tenía la idea hegemónica y colonial que el interior del país era una zona periférica (…) Lima es el Perú; la barbarie, la periferia”, expresa.
Del mismo modo, Yauri apunta que el terremoto demostró “la ineficiencia de los técnicos y científicos que nunca se preocuparon por estudiar el suelo y los peligros físicos que existen”. El escritor puso como ejemplo que las crisis demuestran las ineficiencias de las autoridades, tal es el caso como el coronavirus.
“La dicotomía de centro y periferia aún continúa. Hoy con el coronavirus se está demostrando que no hay hospitales al interior del país, no hay auxilio. De los desastres no hay que recordar para llorar, sino que de los desastres hay que aprender lecciones para el futuro”.
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