La amenaza de la criminalidad organizada debería evitar que se realicen experimentos y menos aún que se actúe con espíritu de revancha.
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La Dirección de Investigación de delitos de Alta Complejidad, DIVIAC, es un cuerpo especializado de la Policía destinado a hacer frente a formas organizadas de criminalidad, que en general establecen complicidad con entidades del Estado.
Creada en agosto del 2016 bajo la autoridad del por entonces ministro Carlos Basombrío, inspiró desconfianza desde sus inicios a políticos y personalidades poderosas acostumbradas a la impunidad.
El coronel Harvey Colchado había tenido un papel destacado en exitosos operativos contra el terrorismo, antes de asumir su nuevo papel en los espacios dominados por la corrupción. La lista de allanamientos y detenciones autorizadas por el Poder Judicial evidencia que no actuó para favorecer a alguna tendencia política ni para debilitar a otras.
Y de hecho, el mismo rigor que se mostró con Pedro Castillo, se mostró meses después con la presidenta Dina Boluarte y su entorno. Como se recuerda, ambos fueron objeto de allanamientos ejecutados bajo la autoridad de Harvey Colchado. El jefe de la DIVIAC fue suspendido de sus funciones por haber difundido en el espacio digital la imagen de una torta celebratoria del allanamiento en el domicilio de Dina Boluarte.
Aunque se negó en todos los tonos que se tratara de una venganza contra Harvey Colchado y de un paso para desactivar la DIVIAC, el actual ministro Juan José Santivañez ha procedido a terminar con la autonomía de la DIVIAC y de someterla a la jerarquía de la DIRINCRI.
Algunos conocedores consideran que esta medida confluye con leyes promovidas en el Congreso, que de facto dificultarán la acción del Estado contra los grupos criminales. Eso significa que seguirá creciendo el poder adquirido por organizaciones criminales ligadas a la minería, el narcotráfico, la tala y la trata.
La amenaza de la criminalidad organizada debería evitar que se realicen experimentos y menos aún que se actúe con espíritu de revancha. La seguridad ciudadana es un asunto demasiado serio como para ponerlo en manos de improvisados y burócratas.
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