En Vizcatán del Ene fracasa el Estado y las consecuencias las paga la comunidad asháninka. Precisamente la etnia que más se resistió al sometimiento que quiso imponerle Sendero Luminoso.
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No menos de cuatro personas han muerto en enfrentamientos entre grupos ilegales armados en el distrito de Vizcatán del Ene, provincia de Satipo, región Junín. Parece obvio que se trata de la disputa entre bandas diferentes de narcotraficantes, que luchan por controlar una zona de la selva central en la que se acopia parte importante de la cocaína que termina en el Brasil. En Vizcatán del Ene fracasa el Estado y las consecuencias las paga la comunidad asháninka. Precisamente la etnia que más se resistió al sometimiento que quiso imponerle Sendero Luminoso. Lejos de verse reconocida y recompensada por su lucha contra el terror, los asháninka deben soportar hoy la libertad con la que se mueven las huestes del clan Quispe Palomino. ¿Hemos olvidado los asesinatos que se cometieron entre las dos vueltas de las elecciones del año 2021? Nunca se esclarecieron. Tampoco se ha detenido a los que hace pocos días asesinaron en Puerto Ocopa al Apu Santiago Contoricón. Lo seguro es que el narcotráfico ha ido expandiéndose hacia el norte del VRAEM. Y que despoja de sus tierras ancestrales a comunidades que esperan inútilmente respaldo del Estado. Ya hay un serio problema alimentario, porque las pozas de maceración terminan por echar productos químicos a los ríos que, cuando no se hallan contaminados, aportan la base de las proteínas que alimentan a los ribereños. Pero las consecuencias de la expansión del narcotráfico terminarán por afectar la economía y las instituciones de nuestro país: el dinero se blanquea y da lugar al desarrollo de organizaciones criminales que invierten en tráfico de tierras, en políticos o universidades con fines de lucro. Es cierto que hay muchos temas que generan titulares: los limpiaparabrisas en distritos de Lima, los congresistas que usurpan salarios de sus trabajadores y la contrarreforma universitaria. Pero, si no se actúa a tiempo, la sangre de los muertos de Vizcatán del Ene terminará por envilecer todos los ámbitos de nuestra vida pública.
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