La Navidad de creyentes y no creyentes, por Fernando Carvallo [COLUMNA]

La Navidad es una buena ocasión de recordar que todos somos niños que han crecido. | Fuente: AFP

En el mundo occidental, heredero del Imperio Romano, la navidad ha terminado por convertirse en una celebración más importante que la Semana Santa. 

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Desde la más remota antigüedad, las sociedades han estructurado sus respectivos calendarios para organizar el ciclo de las estaciones, establecer los períodos de siembra y cosecha y prever los momentos favorables a la caza y la pesca.

Con más o menos exactitud para calcular el año solar, nuestros ancestros han solido introducir fiestas y conmemoraciones de acontecimientos destinados a marcar un valor que sirviera de fundamento a nuestras creencias y compromisos.

En el mundo occidental, heredero del Imperio Romano, la navidad ha terminado por convertirse en una celebración más importante que la Semana Santa, que conmemora el juicio, la ejecución y la resurrección de Jesús de Nazaret. ¿De dónde procede su arraigo aún en sociedades cada vez más secularizadas?

Probablemente por ser una fiesta de la familia que gira en torno al nacimiento de un niño, es decir la condición humana expuesta a su mayor vulnerabilidad. La vida de adultos nos impone someternos a horarios y obligaciones, como si hubiera que dejar atrás la inocencia y los vínculos afectivos de la infancia.

Y, sin embargo, la historia nos enseña adónde conduce la ambición, la codicia y el ejercicio abusivo del poder. Un golpe de Estado, manifestaciones de descontento social y el ciclo infernal de violencia y represión nos confrontan al desafío de construir una sociedad de justicia y paz. No se trata solo de una celebración religiosa, reservada a los que tienen fe.

La Navidad, como todas las fiestas que forman parte de nuestra memoria colectiva, es una buena ocasión de recordar que todos somos niños que han crecido, aunque no lo suficiente para aprender a vivir en armonía. Durante una noche estamos invitados a compartir una ilusión. Después, le toca a cada uno de nosotros contribuir en la construcción de una sociedad más próspera y más justa que aquella en la que nacimos.

Las cosas como son

Fernando Carvallo

Fernando Carvallo Columnista

Periodista

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