En el caso de Alberto Fujimori, hubo un alto porcentaje que justificó lo que hizo el 2 de abril de 1992, pero pocas personas negaron que cometió un golpe de Estado. Y menos aún dijeron creer que fue el Congreso el que cometió un golpe de Estado contra él.
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Mantener y mejorar nuestro sistema democrático no significa que todos lleguemos a pensar igual, pero sí que todos estemos dispuestos a reconocer los hechos reales y a diferenciarlos de los sesgos de nuestra mirada. De los sesgos de toda mirada. Reconocer que existen hechos objetivamente reales quiere decir que por lo menos a propósito de ciertos temas existen versiones verdaderas y otras que son falsas. Podemos discrepar sobre la mejor manera de garantizar las pensiones o sobre lo que nos impide progresar en el acceso al agua potable. Pero, ¿cómo es posible que discrepemos sobre lo que hizo Pedro Castillo la mañana del 7 de diciembre? En el caso de Alberto Fujimori, hubo un alto porcentaje que justificó lo que hizo el 2 de abril de 1992, pero pocas personas negaron que cometió un golpe de Estado. Y menos aún dijeron creer que fue el Congreso el que cometió un golpe de Estado contra él. Pedro Castillo anunció, como Fujimori treinta años antes, la clausura del Congreso, el control del Poder Judicial y la instalación de un Ejecutivo que gobernaría por decreto. Y sin embargo una encuesta de IPSOS muestra que solo 43% cree que Castillo cometió un golpe de Estado, mientras que 51% considera que el golpe lo cometió el Congreso. Esta diferencia se agranda entre los encuestados fuera de Lima y sobre todo en zonas rurales, donde la tesis del golpe del Congreso es respaldada por 69% de los encuestados. Los resultados de la encuesta tienen dos explicaciones: la falta de información sobre los acontecimientos y la subordinación de la verdad a sentimientos, prejuicios y factores de identificación. No sirve de nada lamentar la amplitud de la distorsión de los hechos. Lo que nos hace falta es aprender a informar sin hacer propaganda, a dialogar en vez de denigrar y a argumentar en vez de insultar.
Las cosas como son
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