El impacto producido por el derrumbe de una parte del monumental muro perimétrico se produce mientras discutimos sobre abstracciones constitucionales, detalles de procedimiento o el precio del faisán.
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Se dice que una discusión es “bizantina” cuando los argumentos se vuelven exageradamente sutiles y dan la espalda a un riesgo grave e inminente. Es lo que se reprocha a los intelectuales de Bizancio, hoy llamada Estambul, que discutían sobre el sexo de los ángeles cuando el ejército otomano se aprestaba a capturar la ciudad y poner fin en 1453 a un Imperio de mil años. Precisamente hace mil años se inició la construcción de la ciudadela fortificada de Kuelap, una de las grandes maravillas arqueológicas de nuestro país. El impacto producido por el derrumbe de una parte del monumental muro perimétrico se produce mientras discutimos sobre abstracciones constitucionales, detalles de procedimiento o el precio del faisán. Parece una metáfora de nuestra impotencia que asistamos inermes y divididos a la destrucción de un patrimonio nacional y mundial, que fue utilizado durante siglos, antes de pasar al olvido y ser redescubierto por un juez chachapoyano en 1843. Se nos dice que el muro se ha derrumbado a causa de aguas de lluvias intensas que no hallaron una vía adecuada de drenaje. Pero, ¿acaso no llueve mucho desde siempre en la zona de Kuelap, tanto que nuestros ancestros se llamaron a sí mismos “chachapoyas”, que quiere decir hombres o guerreros de las nubes? El turismo creció mucho en esa región, en particular después de la entrada en funciones de un teleférico que permite una vista impresionante sobre un lugar de bosques y montañas. La pandemia hizo caer el turismo a niveles mínimos. Esperemos que la negligencia y el gusto por discusiones bizantinas no sean aún más perniciosos que el covid 19.
Las cosas como son
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