Nuevamente el norte de nuestro país sufre la inclemencia de la naturaleza reflejada en inundaciones, huaicos y destrucción. Al impacto social y económico de estos desastres se suma el desconcierto de la población por sentirse abandonada por el Estado. Un equipo de RPP recorrió la ruta de la devastación por la costa norte hasta la costa centro del país.
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"Esta quebrada desde el 2017 nadie se acordó de descolmatar. No sé a quién se refiera, si al Ministerio de Defensa, al Ministerio de Transportes y Comunicaciones. Ustedes están viendo esta inmensa laguna, que no es laguna sino es el río", dijo a RPP Noticias uno de los residentes del distrito piurano de Tambogrande, quien, como una película repetida, ve como la activación de la quebrada "Carneros" inunda la carretera aislándolos de otras localidades, tal como ocurrió en 2017 durante la emergencia por el fenómeno de El Niño Costero.
Los constantes desbordes del río Piura y las precipitaciones en la zona alta de la región no solo incomunicaron poblaciones enteras como, por ejemplo, la provincia de Huancabamba bloqueada por la activación de la quebrada "Río Seco", sino también obligaron a la población a arriesgar su integridad cruzando estas quebradas en embarcaciones improvisadas hechas con tablas y neumáticos de camiones.
Las promesas de las autoridades solo fueron palabras para los más de mil 400 damnificados en esta región que aún llora por sus 11 fallecidos: "Nos prometieron hacer puentes pero hasta ahora no hacen nada. Nos engañan, nos engañan, nos engañan. Ya estamos 2023 y no pasa nada con las autoridades", dijo a RPP Noticias un residente de Chulucanas.
Lambayeque
La región Lambayeque suma cerca de 17 mil damnificados. Muchos de ellos fueron víctimas de los desbordes del río La Leche que dejaron en escombros las extensiones urbanas del distrito de Mórrope. Los damnificados como Cinthia Arce, residente de la extensión Monte Sinaí, instalaron precarias carpas a la intemperie muy cerca de la zona del desastre:
"Tengo dos niños uno de siete y uno de tres añitos" dice y relata que su vivienda quedó totalmente inundada y colapsó porque era de adobe. "el agua lo ha carcomido", detalla.
Los agricultores de camote, beterraga y zanahoria en el centro poblado Callanca en Monsefú perdieron parte de sus terrenos de cultivo por el desborde del río Chancay. Según la Asociación de Exportadores, hay cerca de 24 mil hectáreas de cultivos afectados en el norte del país, como algodón, arroz y banano.
La Libertad
En La Libertad, parte del cementerio general de Chepén quedó en ruinas. Este camposanto, que data de inicios del siglo XX, no soportó las lluvias y se vino abajo, dejando expuestas las tumbas de los antiguos residentes de esta localidad.
En la zona alta no había agua y desagüe porque las tuberías fueron destruidas por un huaico que no solo arrasó con viviendas, sino también abrió el suelo. Así lo cuenta Yolanda Cornejo, vecina de la zona.
"Ha habido huaico y allá en mi casa ha habido un huecazo; con mi esposo lo hemos rellenado. Ahora ha comenzado acá nuevamente y de nuevo cada huaico que hay se vuelve abrir y ni una autoridad viene acá a decir acá les traigo una olla con leche, una menestra, agua, nada", dijo.
El Centro de Operaciones de Emergencia Regional reportó en La Libertad más de 6 mil damnificados en las provincias de Chepén, Pacasmayo, Ascope y Trujillo.
Áncash
En la región Áncash, muchas vías en dirección a la zona alta fueron destruidas por huaicos. Llegar al centro poblado Chuquicara en el distrito de Macate, en la provincia del Santa, fue imposible por el estado calamitoso de la carretera. Esto fue advertido por Julio Cotrina, agricultor de la zona: "Sí, no hay ni un solo vehículo para llegar porque está tapado arriba la carretera y los huaicos que han venido acá se lo han llevado todo, no hay nada. Es imposible pasar a Macate, no se puede".
Esta región también sufrió un fuerte impacto económico con la afectación del puente Sechín, en la provincia de Casma, una importantísima vía de comunicación entre la costa central y las regiones del norte. Los cerca de 9 mil productores de mangos del valle de Casma no podían enviar sus cargamentos por las restricciones en la carretera, en plena temporada de esta fruta de exportación.
Lima
En la región Lima, los agricultores de Pativilca, en Barranca, pedían a la autoridades maquinarias para limpiar sus terrenos de cultivo de ajos y maíz que fueron afectados por el fango salitroso de los desbordes de los ríos. En Sayán, en la provincia de Huaura, los damnificados de los centros poblados como El Catalino y Villasol, en la zona alta, clamaban por ayuda para proteger lo que quedaba de sus hogares.
Las lluvias continúan en el norte del país. Los peruanos de estas regiones ya no quieren la promesa de una reconstrucción con cambios, sino el compromiso real de que sus autoridades harán lo necesario para no revivir la pesadilla de estos desastres cada cierto tiempo.
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