Cien días de silencio, por Fernando Carvallo [COLUMNA]

Pedro Castillo, presidente de la República. | Fuente: Presidencia

Si no tiene respuestas que dar, si no sabe cómo resolver el conflicto en Las Bambas, dónde adquirir fertilizantes o cómo emanciparse de Cerrón, Pedro Castillo haría mejor en renunciar.

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El presidente Castillo habla mucho, pero lo hace solo, sin reconocer el derecho a la palabra de los que no escoge él mismo, en los actos de propaganda de su gobierno. Desde que apareció la prensa independiente al fin de los absolutismos, todos los estadistas han sentido el deber de contestar las preguntas que no habían elaborado ellos mismos. El cuarto presidente norteamericano, Thomas Jefferson, llegó a decir que si tuviera que escoger entre la vigencia de la prensa libre y la existencia de un gobierno federal, optaría por la prensa libre. Jefferson sabía que sin crítica, todos los jefes tienen tendencia a permanecer en burbujas de aprovechadores y lisonjeros. Los periodistas adquieren legitimidad si saben encarnar las interrogaciones que existen en la sociedad. Es a ellos que Pedro Castillo debe responder, en su diversidad y con sus matices. Basta leer el informe preliminar de la Relatoría para la Libertad de prensa de la OEA, para constatar que el Perú se acerca a la penosa compañía de Venezuela y Nicaragua. Los obstáculos no solo provienen de la presidencia, también del Congreso, que es sin embargo el espacio de la palabra por excelencia. Castillo prefiere perorar creyendo que lo hace en nombre del pueblo. El resultado es que continúa perdiendo respaldo popular y que la prensa destapa los temas a los que Castillo no quiere responder. Desde los encuentros en la calle Sarratea hasta su tesis en la Universidad César Vallejo, pasando por sus ex colaboradores prófugos, Castillo guarda silencio. Si no tiene respuestas que dar, si no sabe cómo resolver el conflicto en Las Bambas, dónde adquirir fertilizantes o cómo emanciparse de Cerrón, Castillo haría mejor en renunciar. Ya se lo dijo un dirigente empresarial apurimeño: “Mas vale una salida honrosa, que una caída estrepitosa”.

Las cosas como son

Fernando Carvallo

Fernando Carvallo Columnista

Periodista

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