Chavimochic, víctima de la polarización política, por Fernando Carvallo [COLUMNA]

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Los años pasan, la corrupción persiste, la polarización se acentúa y las consecuencias se expresan en la paralización de grandes proyectos de infraestructura. Uno de los ejemplos más característicos es la tercera fase de la irrigación de Chavimochic, que depende de un acuerdo entre el Ejecutivo y el Congreso. Si en algo hemos tenido éxito durante los últimos años es en la expansión de la agricultura de exportación. Es imposible no admirar la fecundidad que se ve hoy en grandes extensiones de nuestra costa, que hace muy poco eran desiertos despoblados. El proyecto Chavimochic surgió en la década de los sesenta y recibió como nombre una sigla derivada de cuatro ríos: Chao, Virú, Moche y Chicama. Con todos los recursos actuales aspirábamos a repetir la experiencia de los viejos mochica que hace mas de mil años lograron unir los diferentes valles de Lambayeque, garantizando el auge de una civilización que nos ha dejado obras de arte insuperables. El norte de Trujillo espera ahora que el Congreso apruebe un proyecto de ley remitido el 24 de agosto para destrabar las obras y evitar que se pronuncie un arbitraje el próximo 9 de septiembre. El Colegio de Ingenieros de La Libertad solicita al Congreso que se pronuncie cuanto antes, aunque eso suponga enterrar por un momento el hacha de guerra. Lo que está en juego son treinta mil hectáreas y más de cien mil puestos de trabajo directos, así como nuevos ingresos de 1,500 millones de dólares anuales. El tema desdichadamente ha cesado de ser visto como una exigencia de desarrollo para convertirse en arma arrojadiza en la batalla entre facciones. Aunque nada impide esperar que la Junta de Portavoces se arme hoy de valor y evite que la falta de un acuerdo fuerce una nueva licitación, que implicaría un retraso de más de diez años.

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