La derrota de Sendero Luminoso hubiera sido total si algunos de sus miembros no hubiesen hallado cobijo en el VRAEM, donde han cambiado su retórica revolucionaria por el narcotráfico.
Escucha el canal de podcast de Las cosas como son en RPP Player.
Es difícil que un peruano de más de cuarenta y cinco de años no recuerde el momento en que recibió la noticia de la detención de Abimael Guzmán, fundador y jerarca máximo de Sendero Luminoso. Fue un día como hoy, en 1992. La estructura vertical de ese grupo terrorista y el culto a la personalidad de su fundador eran tales, que su captura significó el desmoronamiento de una secta que había generado un terror creciente a lo largo de nuestro territorio. El mismo año de su captura se había producido en febrero el asesinato de la dirigente popular María Helena Moyano y en julio el mortífero atentado en la calle Tarata. Guzmán había preparado durante la década del setenta el inicio de la lucha armada que hizo coincidir con las elecciones generales de 1980, las primeras que se celebraban en el país desde 1963. La orientación de Sendero Luminoso fue inspirada por una escisión pro china del viejo partido comunista pro soviético. Megalómano, Guzmán se creía el continuador de Marx, Engels, Lenín y Mao, llamado a liderar una revolución mundial nacida en los Andes del Perú. Graduado en filosofía, Guzmán adoptó una visión ultra materialista que lo llevó a despreciar el valor de la vida humana, simple conjunto de células sometidas a las leyes del universo. Si su proyecto totalitario hubiese triunfado, es probable que le hubiera costado la vida a una tercera parte de la población, como fue el caso de otro fanatismo maoísta, los Jemeres rojos de Camboya. La captura de Guzmán fue fruto de una discreta y paciente acción de un grupo especializado de la Policía Nacional, el GEIN. La derrota de Sendero Luminoso hubiera sido total si algunos de sus miembros no hubiesen hallado cobijo en el VRAEM, donde han cambiado su retórica revolucionaria por el narcotráfico. Asegurar su derrota política y moral es obrar por la plena vigencia de la democracia y los Derechos Humanos.
Las cosas como son
Comparte esta noticia
Siguenos en