El movimiento sísmico y sus consecuencias, entre ellas un alud que sepultó las localidades de Yungay y Ranrahirca, se cobró la vida de cerca de 70 mil personas, marcaron un antes y un después para el país.
El Perú forma parte del Cinturón de Fuego del Pacífico, una zona con una actividad sísmica superior a otras partes del planeta, lo que ha hecho que haya sido el escenario de algunos de los sismos más destructivos en la historia moderna.
Uno de ellos tuvo lugar en la tarde del 31 de mayo de 1970, cuando un terremoto de magnitud 7.9 sacudió la región de Áncash y toda la zona central y norte del país. Sin embargo, de acuerdo con Hernando Tavera, presidente del Instituto Geofísico del Perú (IGP), la fuerza del movimiento como tal no fue la causa de que cerca de 70 mil personas perdieran la vida tras el sismo.
El especialista aseguró para RPP que, además del alud causado por el desprendimiento de la cornisa de hielo del pico norte del nevado Huascarán que sepultó a las localidades de Yungay y Ranrahirca, una de las grandes razones detrás de que el evento natural se convirtiera en una tragedia que lamentar fueron las condiciones bajo las cuales estaban construidas las edificaciones de entonces.
Un antes y un después
Dos años luego del terremoto, en 1972, el gobierno de Juan Velasco dio el primer paso en la Gestión del Riesgo de Desastres en el país al disponer la creación del Sistema de Defensa Civil y predecesor del que sería el Instituto Nacional de Defensa Civil (Indeci), el cual se encarga actualmente de proteger a la población a través de la previsión de daños, la ayuda oportuna y la rehabilitación en casos de desastres.
A raíz de la tragedia es que se designa el 31 de mayo como el Día Nacional de la Solidaridad y Reflexión sobre Desastres Naturales, donde se rinde homenaje a las víctimas del terremoto y en el que tiene lugar uno de los tres simulacros nacionales multipeligro que se desarrollan cada año.
Estos simulacros son realizados con el fin de fortalecer las capacidades de preparación y respuesta de la población en general ante una situación de emergencia o desastre. De esta manera, se desarrollan tres ejercicios que simulan la forma en la que las personas deberían actuar si el desastre ocurre en la mañana (mayo), por la tarde (agosto) o en la noche (noviembre).
Y ahora, ¿cómo estamos?
De acuerdo con el IGP, se espera que un sismo de magnitud 8.8 se desencadene frente a Lima y Callao en cualquier momento. La pregunta que salta cada cierto tiempo es si realmente hemos aprendido del pasado y nos encontramos preparados para afrontar las consecuencias de un desastre de este tamaño. Según nuestras autoridades, la respuesta no sería positiva.
“La cultura de prevención empieza cuando las personas saben construir las casas y en qué suelos. (…) Hay un gran porcentaje de viviendas autoconstruidas en suelos no adecuados. Estas, en caso de un terremoto, podrían tener un nivel importante de daños”, sostuvo Tavera para RPP.
La inadecuada gestión de riesgos también tiene otra arista importante, pues son pocas las personas en el país que participan de los simulacros a nivel nacional. En todo el país, según Tavera, 7 de cada 10 personas no hace parte de estos ejercicios necesarios.
Con la finalidad de contribuir no solo con la toma de consciencia, sino también con la puesta en marcha de acciones prácticas en torno a la preparación contra desastres y la gestión de riesgos, RPP y Pacífico presentan el podcast Lima 8.8: Alerta Sismo. Escucha todos los episodios aquí.
Encuentra más contenido de este tipo en nuestra página oficial alertasismo.com.
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