Alcance moral y económico de la confianza, por Fernando Carvallo [COLUMNA]

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Confiar en alguien significa creer que lo que nos dice corresponde verdaderamente a sus sentimientos y se expresa en su comportamiento. Los seres humanos necesitamos confiar desde la infancia hasta el fin de nuestras vidas. El concepto de confianza se aplica también a las autoridades y a las instituciones, que todos esperamos que actúen de acuerdo a las normas, es decir respetando la igualdad y los derechos de los ciudadanos. En los últimos años se ha acentuado la conciencia de la importancia de la confianza para el desarrollo de un país. La empresa internacional IPSOS ha publicado su informe anual sobre la confianza interpersonal en el mundo. En él se revela que la confianza en las personas alcanza en el Perú uno de los niveles más bajos del mundo. Solo 16% de los peruanos considera que se puede confiar en la mayoría de las personas. Pero el índice de la confianza también es bajo en el Perú cuando se refiere a líderes empresariales (26%), a la Policía (20%) y a los jueces (11%). Lo grave es que en el nivel más bajo de confianza, aparecen los políticos, con solo 7%. Somos el país con menos confianza en sus políticos entre todos los países estudiados por IPSOS. Lo grave de nuestros tristes índices de confianza es que ellos dificultan el desarrollo de nuestro país. Un empresario, Gianfranco Ferrari, destaca el tema en un artículo en El Comercio. Y concluye que no es casual que seamos un país que ha tenido más de seis presidentes en seis años y que recurramos más a calificativos denigrantes que a argumentos y consensos. Ferrari termina con una nota optimista: la confianza se construye a partir de la disposición a escuchar. “En la calle, en las redes sociales, en el trabajo, en las aulas o en la mesa del comedor… No tratar de convencer, ni de ganar una discusión. Empecemos por escucharnos”.

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