Para 1996, Suede lo tenía todo en contra: su guitarrista emblema había abandonado la banda y su anterior trabajo había sido pobremente recibido. Con todo ello, idearon el disco definitivo de la era britpop.
En 1995, nadie apostaba por Suede. La banda británica había pasado de promesa y ser la consentida de todos los críticos y revistas especializadas a ser marginada del movimiento que, a su pesar, habían ayudado a forjar: el britpop.
Con los reflectores puestos en Oasis y Blur, y tras la pobre recepción de su anterior trabajo, “Dog Man Star”, los londinenses tenían una sola opción: reinventarse o pasar a la historia. Optaron por lo primero y se jugaron todas sus cartas en el proceso.
El resultado fue el disco ‘Coming Up’ lanzado el 2 setiembre de 1996 y que representó su vuelta al centro de los reflectores. 26 años después, revisamos el trabajo que, en su momento, los críticos consideraron el “disco definitivo” del britpop.
Dolorosa ruptura
En 1992, Suede era la niña de los ojos de la prensa musical británica que los había calificado como "la mejor banda nueva de Gran Bretaña". Sin siquiera haber publicado un single, ya aparecían en portada de la revista Melody Maker. Tras la publicación de su álbum debut homónimo, se transformaron en la nueva sensación de las listas tras vender 100 000 copias durante su primera semana.
Parte del brío indiscutible de su sonido, además de la voz torturada de Brett Anderson, era la guitarra de Bernard Butler, quien también era uno de los principales compositores en el grupo. Sin embargo, tras el éxito del debut y una gira estadounidense, la relación entre ambos llegó al punto en que ni siquiera se hablaban.
Antes de terminar el segundo disco, Dog Man Star, Butler abandonó la banda. Además de ello, el nuevo álbum dividió a la prensa debido a las canciones largas y su sonido introspectivo, oscuro y, hasta cierto, experimental. Los críticos lo calificaron de "pretencioso". Tampoco les fue bien en las listas de éxitos: debutaron en el puesto 3 en el Reino Unido; pero, a la semana siguiente, bajaron al 12. Para fin de año, habían caído al puesto 72.
La salida de Butler no fue amistosa. Durante una entrevista, el guitarrista llegó a decir que Anderson "no es un músico en absoluto" y dio a entender que estaba más preocupado por la fama. Por su parte, el vocalista decía que no le sorprendía su salida ya que consideraba que en realidad no quería estar en una banda.
Para 1994, los críticos decían que Suede estaba acabada. La salida de Butler, pilar de su sonido, y la mala recepción de los singles de apoyo de su segundo álbum hacían pronosticar que el grupo era otro viento pasajero en la escena. Nadie daba un quinto por ellos. Sin embargo, estaban equivocados.
Reinventarse o desaparecer
Durante setiembre de 1994, Suede anunció la incorporación de Richard Oakes de tan solo 17 años. Su ingreso fue luego de enviar una cinta donde tocaba las canciones de la banda y que Anderson confundió con una grabación demo de las primeras épocas del grupo. Para fines de ese año, Oakes fue incluído en la gira internacional de Suede. Tras ello, desaparecieron del mapa para dedicarse de lleno a su nuevo trabajo.
Al año siguiente, el ambiente musical ya era dominado por Oasis y Blur, quienes se disputaban la supremacía en las listas en la llamada "Batalla del Britpop". En abril de 1995, aparece en el mercado (What's the Story) Morning Glory?, el segundo trabajo de Oasis, y desde entonces no se hablaba de otra cosa que no fueran los hermanos Gallagher.
A fines de ese año, Suede entra al estudio con una sola cosa en mente: grabar un disco "ligero" donde cada uno de sus temas tuviera potencial de número 1.
"Creo que el próximo álbum será bastante simple, de hecho. Realmente me gustaría escribir un álbum pop sencillo. Solo diez hits”, anunciaba Anderson en una entrevista previa de la época.
Con la incorporación de Oakes -ya miembro de la banda con derecho pleno tras aportar en la composición de temas como Together y Bentswood Boys- llegó el tecladista Neil Codling, primo del baterista Simon Gilbert. Con ambos, Suede optó por una dirección musical totalmente opuesta a su trabajo anterior: si Dog Man Star era largo y oscuro, el tercer álbum tendría canciones inmediatas, sin muchos solos de guitarra y con la suficiente melodía como para enganchar de inmediato.
Tras decidirse a trabajar con su productor de siempre, Ed Buller, aunque se consideró trabajar con Brian Eno, Suede se internó a escuchar los discos The Slider y Tanx de T-Rex en busca del sonido preciso.
"Básicamente, lo que hicimos fue que cada pista comenzara con una guitarra acústica, bongos, pandereta y la voz de Brett, así que todo comenzó de la misma manera que Marc Bolan grabó todos sus cosas originalmente", decía Buller sobre la grabación del disco en una entrevista del 2010.
Finalmente, el 29 de julio de 1996 salió a la luz "Trash", el primer single del nuevo trabajo, una canción que, según Anderson, era una alegoría de su propia vida. ¿Resultado? El sencillo se convirtió en el más vendido de la historia de la banda y fue su primer número 1 en el extranjero.
'Coming Up': el retorno por la puerta grande
Poco más de un mes de publicado el primer single, salió al mercado 'Coming Up' y representó la vuelta por la puerta grande de Suede. El disco rebosa vitalidad, arrogancia, sensualidad y mucha ironía por el glamour de la fama. Aunque, detrás de eso, había mucho temor al fracaso.
El álbum arranca con Trash, un tema de tono festivo aunque con una letra irónica que reivindica a los marginados por el establishment. ¿Un tratado de intenciones? Tal vez. Su sonido es plástico, tremendamente pegadizo y su coro es un himno obligado en los conciertos. Le sigue Filmstar, otra ironía acerca de la superficialidad de los problemas de la fama. Suena tan glam que, tranquilamente, podría ser Marc Bolan tocando en los 90.
El tercer track es Lazy, una canción "cálida" de medio tiempo, arrulladora hasta cierto punto, pero con una temática perturbadora acerca del sinsentido de la vida mientras la 'inamovilidad' nos consume. Es una buena previa antes de la primera gran lenta, By The Sea, con ese intro de teclado "delicado" que le da una atmósfera de nostalgia a la voz de Anderson que parece perderse en ese mar que evoca con melancolía. Un temón por donde se le mire.
Le sigue She que podría ser una continuación de la atmósfera glam de Filmstar, con esa batería pesada y esa guitarra que parece cortar como navaja la voz ligeramente distorsionada de Anderson. El "la-la-laa" del vocalista perdiéndose en el infinito y el sonido de violin desvaneciéndose hacia el final cierran magistralmente la primera parte de 'Comin Up' y te deja con ganas de más.
La segunda parte arranca con todo: Beautiful Ones, un golazo compuesto por Oakes y quizá el tema más emblemático de la carrera de la banda. Las revoluciones suben con Starcrazy, un tema agresivo que mantiene un in crescendo que obliga a tener el oído en alerta. El álbum sigue con Picnic By The Motorway, de aura psicodélica y sórdida; continúa con The Chemistry Between Us, con la voz de Anderson sonando angustiosa y épica durante sus 7 minutos, la canción más larga del álbum.
Finalmente, cierra con Saturday Night, otra lenta directa a la vena que es un emblema de Suede. La canción es dulce y amarga y remite a la soledad irremediable de un sábado después de salir de fiesta.
¿El Ziggy Stardust de los 90?
'Coming Up' rápidamente se convirtió en un éxito comercial. Los críticos lo llenaron de elogios a su salida -algunos llegaron a decir que era el Ziggy Stardust de los 90- y tuvo sus 5 singles en el top ten británico. Además, representó la consagración internacional de la banda con números 1 en Suecia y Finlandia, y una gira que los llevó hasta el Japón.
Pero, 26 años después, ¿sigue siendo tan importante como se consideró en 1996?
Aunque el sonido glam estuvo presente en buena parte del pop británico noventero, fue Suede la banda que mejor continuó la escuela de David Bowie y Marc Bolan. 'Coming Up' es un clásico, sí; pero de su tiempo: demasiado ligado al britpop como para dejar un legado.
Eso no significa que no sea un buen disco, su calidad es indiscutible. Sin embargo, se le nota demasiado la intención de estar al corriente de una época. En ese sentido, su dirección es bastante previsible y la banda pierde esa profundidad que ya había asomado en su anterior trabajo, injustamente vapuleado por la crítica en su momento.
En resumen, el 'Coming Up' no es el Ziggy Stardust de su época en términos de huella musical, pero es un reflejo grandioso de una época donde una banda lo arriesgó todo por seguir haciendo una carrera que, hoy en día, con un nuevo disco a puertas, nos sigue sorprendiendo.
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