El ministro estadounidense de Relaciones Exteriores, Antony Blinken, emprende su sexta visita a las principales capitales del Medio Oriente desde que se produjera el ataque del grupo terrorista palestino Hamás el pasado 7 de octubre.
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El ministro estadounidense de Relaciones Exteriores emprende su sexta visita a las principales capitales del Medio Oriente desde que se produjera el ataque del grupo terrorista palestino Hamás el pasado 7 de octubre. Desde entonces, más de 30 000 palestinos de la Franja de Gaza han perdido la vida, entre ellos un porcentaje considerable de mujeres y niños.
Ayer, Antony Blinken anunció que su país presentaría un proyecto de resolución ante el Consejo de Seguridad de la ONU preconizando un cese el fuego inmediato y duradero, ligado a la liberación de todos los rehenes que fueron secuestrados por Hamás en Israel.
Se trata de un verdadero cambio de la política de Estados Unidos frente a Israel, porque hasta el momento Washington había ejercido en solitario su veto contra los sucesivos esfuerzos por exigir un cese el fuego. Blinken se halla hoy en Israel, donde no podrá sino repetir su oposición a un ataque desproporcionado en la ciudad palestina de Rafah, cuya población viene sufriendo gravemente las consecuencias del asedio israelí y la carencia de alimentos.
¿Por qué ha cambiado la actitud de Estados Unidos, el principal aliado de Israel? La mayor parte de analistas sostiene que hay tres factores: la creciente solidaridad internacional con las víctimas civiles palestinas, el ofrecimiento de países árabes de normalizar sus relaciones con Israel y, sin duda también, las elecciones presidenciales en Estados Unidos.
Quizás por primera vez desde que John F. Kennedy consolidara una alianza estratégica con Israel en detrimento de su relación con los países árabes, amplios sectores del electorado norteamericano muestran su rechazo a la política del primer ministro Netanyahu, su concepción de la guerra y su negativa a reconocer la formación de un Estado palestino.
Desde luego, Washington sigue defendiendo el derecho de Israel a existir y a defenderse. Pero quizás ha aprendido a partir de sus propias intervenciones militares en el Medio Oriente que hay guerras que un país termina por perder, aunque gane en el campo de batalla.
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