La Justicia neerlandesa ordenó a Jonathan M. dejar de proporcionar su semen, tras conocerse que el hombre superó por mucho las 25 donaciones de esperma autorizadas por ley.
Un tribunal neerlandés ordenó a Jonathan M., un donante de esperma que admite tener al menos 550 hijos biológicos, a dejar de proporcionar su semen a futuros padres para proteger a los niños de las “consecuencias psicosociales negativas” que tiene tener “cientos de medios hermanos que no eligieron”.
La Corte de la ciudad neerlandesa de La Haya se pronunció este viernes sobre este polémico caso, denunciado por una madre que dio a luz a un niño con el esperma de Jonathan M. y por la fundación Donorkind, que iniciaron un procedimiento sumario para frenar a este donante, alegando que “pone innecesariamente” en riesgo a sus hijos.
“En esencia, este caso trata de derechos fundamentales en conflicto. Por un lado, el derecho a la intimidad de padres e hijos de donantes, protegido por el artículo 8 la Convención Europea de Derechos Humanos, y, por otro lado, el mismo derecho del donante. El tribunal es de la opinión de que los intereses de los niños nacidos por donación y sus padres superan el interés del donante a continuar donando esperma a nuevos futuros padres”, determinó la Corte.
Cuestión de derechos
Los denunciantes argumentaron que Jonathan M. se niega a detener esta práctica, a pesar de que las reglas que le impiden tener más de 25 hijos por donación, lo que viola varios derechos, incluido el de la privacidad, de padres e hijos.
Le fue fácil eludir las normas porque las clínicas neerlandesas no comparten datos entre ellas y no hay información sobre acuerdos que se alcanzan a nivel privado entre interesadas y hombres que ofrecen su esperma a través de plataformas en línea y redes sociales, algo que también hizo Jonathan M., que también donó semen en otros países.
En la audiencia del 13 de abril, aseguraron que las acciones de Jonathan M., de 41 años, son peligrosas, "dado el riesgo científicamente probado de endogamia, incesto y consecuencias psicosociales negativas para los hijos nacidos por donación", y obstaculiza la libertad sexual de los "hijos" porque deben comprobar si una posible pareja no es un hermanastro suyo.
Por su parte, Jonathan M. invocó su “derecho a decidir libremente si seguir donando esperma” y defendió que no estaba “actuando por interés propio, sino de los futuros padres, a quienes quiere ayudar”, negando así que esto “perjudique” a esos niños y los propios padres.
El donante aseguró que el riesgo de incesto es "muy pequeño" porque sus hijos pueden saber quién es su padre al no ser un donante anónimo, y lamentó haberse convertido "en la cara de aquellos que donan esperma a gran escala" en Países Bajos.
"Me presentan como si fuera una especie de toro rabioso con un impulso procreativo. No lo soy. No creo en la evolución, sino en la creación", se defendió en la audiencia. (EFE)
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