La energía solar se ha convertido en una necesidad en Líbano y a pesar de lo costosa que es las familias deben adquirirla para tener electricidad en sus hogares.
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Desde que la economía de Líbano se derrumbó en 2019 tras décadas de corrupción y mala gestión, el Estado es incapaz de proporcionar electricidad durante más de una hora al día.
Gracias a la energía solar, los habitantes de la aldea de Toula, en las montañas del norte del Líbano, podrán por fin disfrutar de un helado por primera vez en dos años, un lujo en un país azotado por el calor y asolado por cortes de electricidad.
"Los niños llevan dos años pidiendo helados", dice Jacqueline Younes, dueña del pequeño supermercado del pueblo."Estamos esperando que llegue nuestro primer pedido de helados", dice con entusiasmo.
"La energía solar ya no es una alternativa, es una necesidad. Sin los paneles, el pueblo (de Toula) no tendría electricidad", explica el ingeniero Elie Gereige.
Gereige forma parte de un equipo de voluntarios que reunió más de 100 000 dólares donados por expatriados de Toula para construir una granja solar con 185 paneles en los terrenos de la iglesia.
"Ahora la energía solar ayuda a mantener las luces encendidas durante 17 horas", dice el ingeniero.
Apostar por la energía solar
En Líbano, los tejados y estacionamientos están llenos de paneles solares, que proporcionan electricidad a pueblos enteros y a los únicos semáforos que funcionan en Beirut, gracias a una oenegé local.
A una hora de Toula, la cadena de supermercados Spinneys está instalando paneles en su estacionamiento para reducir el uso de generadores, más costosos.
"Creo que ahorraremos aproximadamente la mitad de los costes energéticos con los paneles solares", afirma Hassan Ezzeldine, presidente de Grey Mackenzie Retail Lebanon, propietaria de Spinneys.
La empresa gasta entre 800 000 y 1.4 millones de dólares al mes en electricidad para alimentar los generadores, que funcionan con gasóleo, dice. "El coste de los generadores hoy es enorme. Es un desastre", indicó.
Su empresa llevaba años considerando la posibilidad de utilizar energía solar y la crisis acabó por convencerle, explica.
Zeina Sayegh, una ama de casa, cuenta que pagó unos 6 000 dólares para instalar paneles solares en su apartamento de Beirut el verano pasado, cuando el gobierno suprimió la mayoría de las subvenciones a la gasolina.
Entonces era la única de su edificio que se atrevió a dar este paso. Este año, nueve vecinos hicieron lo mismo.
Al haber optado por la energía solar al 100 %, tiene que reducir su consumo de electricidad por la noche, pero a cambio tiene electricidad continua durante el verano, un lujo.
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Un cambio costoso
Sin embargo, en un país con una pobreza endémica y donde muchos no pueden acceder a sus ahorros en los bancos, el salto a la energía solar sigue siendo una operación costosa. Muchos libaneses han tenido que vender sus vehículos, joyas o tierras para financiar el cambio.
Antes de la crisis, sólo unas pocas empresas ofrecían instalaciones de energía solar. Pero la gran demanda ha cambiado las cosas, dice Antoine Skayem, de la empresa de energía solar Free Energy.
También se ha disparado la demanda de las alcaldías con problemas de liquidez que dependen de las donaciones, lo que, según Skayem, también ha hecho que aumente la injerencia política. (AFP)
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