Quienes hayan acudido alguna vez a una consulta médica relacionada con la tos saben que una de las primeras preguntas que nos plantean los médicos es si al toser expectoramos o no. Esa pregunta sirve para clasificar la tos en dos tipos: productiva y seca.
Aparece durante el otoño o el invierno cuando la circulación de virus respiratorios aumenta. Aparece durante las últimas horas de la tarde y por la noche en personas con asma. Aparece también después de un ataque de risa o cuando algo que estamos comiendo o bebiendo se va “por mal camino”. Nos referimos, claro está, a la tos.
La tos es un reflejo que actúa como mecanismo de defensa del aparato respiratorio. No sólo interviene para expulsar un exceso de mocos, sino también para proteger nuestros bronquios y pulmones de la inhalación de sustancias dañinas (humo, sustancias químicas irritantes…), de un fragmento de alimento con el que nos atragantamos o de aire excesivamente frío o caliente.
¿Qué pasa cuando tosemos?
Antes de que escuchemos el sonido característico de un golpe de tos, tienen lugar varias fases.
Primero se activan los receptores de la tos a algún nivel (pulmonar, bronquial, traqueal, etc.). Esta activación produce un impulso que es transportado por el nervio vago hacia el sistema nervioso central.
Como consecuencia inhalamos aire. Concretamente, antes de un golpe de tos cogemos, aproximadamente, la mitad de todo el aire que cabe en nuestros pulmones.
Ese aire que ha llegado a los pulmones se comprime, hasta alcanzar una presión que ronda los 300 mmHg. Para ello, se cierra la glotis y se aproximan las cuerdas vocales, a la vez que se contraen con fuerza los músculos abdominales.
En la última fase, o fase de expulsión, la glotis se abre de repente y permite que el aire salga a gran velocidad (en adultos sanos, entre 360 y 1 200 litros/min) arrastrando lo que irritaba u obstruía las vías aéreas.
¿Hay varios tipos de tos?
Quienes hayan acudido alguna vez a una consulta médica relacionada con la tos saben que una de las primeras preguntas que nos plantean los médicos es si al toser expectoramos o no. Esa pregunta sirve para clasificar la tos en dos tipos: productiva y seca.
Se considera tos productiva cuando el golpe de tos sirve para eliminar secreciones (flema, esputo…) o para expulsar algún cuerpo extraño (una miga de pan, un trozo de un fruto seco, una pequeña pieza de un juguete…).
Por el contrario, la tos seca es aquella que no se acompaña se expulsión de secreciones ni cuerpos extraños. También se llama tos irritativa porque este tipo de tos genera una gran irritación en las vías aéreas, sobre todo a nivel de la garganta.
En los casos de tos productiva, resulta fácil identificar el origen, qué activa a los receptores. Pero en la tos seca no es tan sencillo. En algunos casos, el desencadenante es la exposición al humo del tabaco, tanto en fumadores activos como en pasivos. En otras ocasiones, se origina por una elevada sensibilidad de los receptores para la tos, que interpretan estímulos mínimos como amenazantes para nuestro aparato respiratorio .
En ocasiones lo que está generando golpes de tos seca continuos es la activación insistente de receptores de la tos que están ubicados en zonas como el oído, la pleura, el pericardio, el esófago, etc.
También existen ciertos tipos de fármacos que pueden provocar tos irritativa como efecto secundario, como es el caso de algunos medicamentos para la hipertensión arterial.
¿Qué complicaciones puede tener la tos?
Hay ocasiones en las que la tos en sí misma se convierte en un problema, bien sea por su intensidad, por su duración o por una combinación de ambas. Entre el 10 y el 20 % de la población tiene tos de más de 8 semanas de duración o tos crónica.
Algunos de los efectos adversos que puede tener la tos son:
Una calidad del sueño pobre.
Un cansancio excesivo a lo largo del día.
Pérdidas de orina.
Dolor de cabeza.
Sudoración excesiva.
Sensación de quemazón y dolor en la garganta y/o el pecho.
Naúseas y vómitos.
Fatiga y/o sensación de agujetas en los músculos abdominales y en el diafragma.
Aparición o agravamiento de hernias umbilicales, inguinales o abdominales.
Síncope.
Una disminución en la calidad de vida y de las relaciones sociales y laborales.
En algunos casos excepcionales, se han producido complicaciones más graves como fracturas costales, rotura del bazo, hemorragias oculares, rotura de fibras musculares (tanto en los abdominales como en el diafragma) o separación de los bordes de una cicatriz en personas con una operación reciente.
¿Qué es mejor: toser o no toser?
Depende. En caso de tos productiva, la respuesta es siempre toser.
Para la tos seca en la que existan secreciones o cuerpos extraños que eliminar pero no afloren porque el sujeto tenga debilidad de los músculos abdominales, poca capacidad pulmonar o las secreciones estén muy adheridas al árbol bronquial, la respuesta sería solucionar esos condicionantes para transformar esa falsa tos seca en una tos productiva.
Finalmente, para los casos de tos seca o irritativa pura y dura, lo mejor es no toser. No toser para evitar las complicaciones de la tos. Esto se puede conseguir:
Con fármacos para inhibir la tos, siempre bajo prescripción médica.
Con cambios de postura y respiración: sentarse, flexionar la cabeza, cerrar la boca, tragar saliva varias veces, coger aire lentamente por la nariz hasta llenar los pulmones y echarlo muy despacio.
Con remedios naturales. Tomar miel es eficaz para disminuir los ataques de tos irritativa nocturna en niños. También lo es beber agua a sorbos pequeños, masticar chicle o chupar caramelos.
Eso sí, mucho ojo con los caramelos de menta. Se ha demostrado que hay ocasiones en las que pueden empeorar la intensidad y la duración de la tos.
Raquel Leirós Rodríguez, Profesora Ayudante Doctor en Fisioterapia, Universidad de León y María José Álvarez-Álvarez, Profesora del Área de Fisioterapia. Miembro del grupo de investigación SALBIS., Universidad de León
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
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