El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, ha dejado claro que no puede romper ni con Ucrania ni con Rusia, al mantener con ambos unas relaciones políticas, militares y económicas fuertes.
Hay una devastadora guerra en Ucrania, y Turquía ocupa una posición de una incómoda neutralidad por sus dependencias energéticas, comerciales y estratégicas de Rusia y sus estrechos lazos con Ucrania, incluyendo ventas de equipos militares.
Otro dolor de cabeza para Turquía en la actual guerra es el estrecho de Bósforo, que conecta el mar Mediterráneo y el mar Negro, donde ambos países enfrentados tienen sus flotas marítimas.
La Convención de Montreux, firmada en 1936, obliga a Turquía a impedir el paso por el estrecho de buques militares de países implicados en una guerra.
Eso sí, debe dejar pasar a naves que están de regreso a sus bases en el mar Negro y no participan en el conflicto, algo difícil de controlar en el caso de los barcos rusos.
Por eso, la aplicación de la Convención por parte de Turquía es "en gran parte simbólica", considera el profesor turco Mensur Akgün, recordando que "Rusia ya tiene suficientes buques para una invasión (de Ucrania) desde el mar Negro".
DEPENDENCIA DE RUSIA
El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, ha dejado claro que no puede romper ni con Ucrania ni con Rusia, al mantener con ambos unas relaciones políticas, militares y económicas fuertes, por lo que la neutralidad es la única opción para su país.
Eso sí, Turquía depende mucho más de Rusia que de Ucrania: el 33 % del gas natural que importa proviene de Rusia, y ese país es un mercado fundamental para sus exportaciones agrícolas.
A eso se añade la difícil posición de las tropas turcas en el norte de Siria, donde Ankara controla importantes franjas de territorio gracias a un acuerdo con Moscú que evita enfrentamientos con las fuerzas del régimen sirio.
Turquía depende de Rusia no solo por el gas natural sino también por la energía nuclear (una empresa rusa construye el primer reactor atómico turco), el turismo y hasta la defensa aérea.
El ejército turco compró en 2019 el sistema antimisiles ruso S-400, a lo que Estados Unidos reaccionó con sanciones contra Turquía, uno de sus más importantes aliados en la OTAN.
PERDER EN TODO CASO
"Turquía ya es un perdedor de la guerra en términos económicos, porque necesita el comercio tanto con Rusia como con Ucrania", explica a Efe el politólogo Güven Gürkan Öztan.
"En un momento en el que las relaciones entre Rusia y Occidente están a punto de derrumbarse, no queda mucho espacio de maniobra para un Gobierno turco que hasta ahora ha intentado negociar con ambos bandos (del conflicto ucraniano)", analiza Öztan.
Si la guerra se prolonga y se expande, Turquía enfrentará pérdidas económicas muy serias, en la magnitud de decenas de miles de millones de dólares, estiman los analistas turcos.
Solo la pérdida del turismo ruso podría resultar devastadora para el sector turístico y hotelero en la costa mediterránea, ya muy dañado por la pandemia del coronavirus desde 2020.
Rusia es el primer emisor de turistas para Turquía, con 3,7 millones de visitantes en 2021, por delante de Alemania, con 2,6 millones, y Ucrania, con 1,6 millones de personas.
Destruida ahora por la guerra, Ucrania tardará seguro años en volver a ser una importante fuente de ingresos para Turquía.
APOYO A KIEV
Por otra parte, Erdogan ha dejado claro desde el primer día que no respalda la invasión rusa, no reconoce la soberanía rusa sobre Crimea y rechaza el reconocimiento ruso de las repúblicas separatistas de Lugansk y Donetsk en el este de Ucrania.
Al mismo tiempo, Kiev es uno de los mejores clientes de Ankara para la compra de drones armados del tipo Bayraktar TB2.
El respaldo a Ucrania expresa también una elección geopolítica turca de situarse en el bando de la Unión Europea y la OTAN en un momento de creciente tensión entre Rusia y Occidente.
La prensa turca condena a diario y al unísono la "agresión" rusa y solo unos pocos diarios de izquierda matizan describiendo la guerra como un conflicto entre dos bloques imperialistas.
Sea como sea, la geografía es testaruda: Turquía no está en condiciones de abandonar su forzada e incómoda neutralidad, lo que impide al mismo tiempo unirse a ninguna de las sanciones occidentales decretadas en los últimos días contra Rusia. EFE
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