Falsear la historia y violar las fronteras, por Fernando Carvallo [COLUMNA]

Escucha el canal de podcast de Las cosas como son en RPP Player.

La decisión anunciada ayer por el presidente ruso Vladimir Putin es un ejemplo de lo que puede suceder cuando un gobernante acapara todos los poderes y permanece indefinidamente en su cargo. Basta conocer la manera como Putin se dirigió al Jefe de los Servicios de Inteligencia, para saber que no hay nadie en el Estado ruso que se atreva a contradecir al jefe del Kremlin. Y sin embargo, al reconocer como Repúblicas independientes dos regiones del Este de Ucrania, Putin cuestiona toda la arquitectura sobre la que reposa la paz que se construyó después del fin de la segunda guerra mundial y la creación de la ONU, en 1945. Está claro que Moscú ha alimentado el separatismo de la población rusófona de los territorios de Donetsk y Lugansk, pese a los acuerdos que Rusia firmó en Minsk el 2015.

Entre la invasión total de Ucrania y el diálogo de paz propuesto por la Unión Europea, Putin ha escogido por ahora un camino intermedio: presentarse como el protector de dos regiones alejadas de Kiev que vivían en tensión permanente con la población mayoritaria de Ucrania. Anoche sesionó el Consejo de Seguridad de la ONU bajo presidencia rusa, dando a China la ocasión de llamar a la prudencia. Estados unidos anunciará hoy sanciones, pero será difícil ponerse de acuerdo sobre sanciones eficaces contra Rusia, sobre todo por el contra-impacto que pueden tener sobre los países sancionadores. Por lo pronto el precio del barril de petróleo ha superado los cien dólares. En el Perú podemos sacar desde ya algunas lecciones: 1) La democracia consiste en el equilibrio de poderes y es incompatible con el sometimiento de las instituciones a una sola persona. 2) Desvirtuar la historia introduciendo falsas narrativas nacionalistas es abrir la puerta al odio y la violencia. 3) Las fronteras en las que viven grupos étnicos minoritarios merecen la mayor atención de los Estados que quieran preservar su soberanía.

Las cosas como son