Resultado, individualidades influyentes, un equipo llegador y sin una figura excluyente ante un rival inferior. Analizamos lo que dejó el estreno de Jorge Fossati en la Selección Peruana.
Ganar era necesario. Observar el funcionamiento del equipo en este nuevo proceso era la finalidad. Independientemente a tratarse del punto de partida de este ciclo, la Selección Peruana requería de una victoria, un triunfo de esos que permitan a los futbolistas reencontrarse en confianza, tras siete presentaciones sin ganar. ¿Era mejor una dificultad más alta de la que ofreció Nicaragua? Tal vez. Jugar contra elencos de nivel superlativo conlleva a exigirse más, y esto abre camino a un posible crecimiento del mismo equipo, pero no necesariamente termina sucediendo así. Jorge Fossati tomó una decisión que cuenta con mucha lógica, al elegir a rivales centroamericanos: un escenario con la vara más baja para plasmar por primera vez su propuesta en la ‘Bicolor’.
1-3-5-2, el sistema de juego que se aguardaba. Carlos Cáceda en el arco; Miguel Araujo y Alexander Callens los stoppers, con Carlos Ascues siendo el líbero. Andy Polo y Miguel Trauco en las funciones de los carrileros. Martín Távara el ancla de la volante, con Wilder Cartagena a su derecha y a la izquierda Joao Grimaldo. El atacante de Sporting Cristal como interior, pero tácticamente brindando variantes como extremo y en la zona donde actúa en su club. Dupla ofensiva en la delantera con Paolo Guerrero y Gianluca Lapadula para completar el primer once de Fossati.
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Perú asimétrico
La Selección Peruana ofreció aspectos distintos en las bandas. Fossati apuesta en que uno de los tres zagueros contribuya en la progresión hacia campo contrario, siendo esencial en la construcción en corto, traslados o pases en profundidad. Alexander Callens asumió dicho rol, buscando involucrarse bastante con el balón. Miguel Araujo, en tanto, en más fases defensivas y próximo a Ascues.
Andy Polo fue ese jugador importante como el Universitario campeón en 2023 con el uruguayo. El conocimiento por el sistema de juego y lo decisivo que puede resultar se plasmó con los desmarques para explotar espacios y recorrer, saber decidir con el balón, si jugarlo atrás, un centro al área o por bajo. Ese futbolista no necesariamente encarador, pero sí crucial para leer los momentos en los que puede ser incisivo.
Polo fue la profundidad y en el extremo opuesto Miguel Trauco desbordó menos, realizó más movimientos hacia el sector central, quiso distribuir en corto y cambios de orientación. Un calco de la ‘U’ del año pasado, es decir, con volantes carrileros distintos.
Esta sintonía diferencial se reflejó también con los volantes internos. Wilder Cartagena actuó a la derecha de Martín Távara, ofreciendo más vértigo que el promedio del equipo, cubriendo zonas del campo en retrocesos, aproximándose a área rival y con mayores oportunidades de vincularse a los traslados. Muy dentro de la estructura del sistema. En la izquierda estuvo Joao Grimaldo, y luego Franco Zanelatto. Delanteros de banda llevados a atacar por el centro, con herramientas para imponerse en los duelos personales por gambeta y velocidad, pero que habitualmente se desempeñan con más espacios.
Grimaldo fue un medio interno posicional, pero a nivel táctico apareció mucho como un extremo izquierdo. Ese movimiento llevó a Trauco a desplazarse al medio para no sobreponerse. Joao rompió el molde, libertad plena para sus apariciones del medio hacia la izquierda y también para desequilibrar en espacios cortos. Esta es una de las grandes incógnitas sobre lo que pretende el entrenador, si un delantero gambeteador que pueda llegar al área sin tener a los centrales encima o uno capaz de organizar, como Piero Quispe.
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Sostener el ritmo
En la Liga 1, el Universitario de Fossati era avasallador de local, teniendo como parte clave el imponerse en cuanto dinámica. No se trataba de un equipo que corría más kilómetros que su rival, sino de uno que presionaba alrededor del mediocampo y en momentos específicos para recuperar la pelota y comenzar a organizarse a partir de ella.
Perú plasmó ritmo en distintas líneas. Pero para la idea de Fossati solo se sostuvo en los primeros tramos de cada tiempo. Era natural que la selección no tenga adaptados todos los conceptos al tratarse de la primera experiencia y con menos de una semana de trabajo con el plantel completo.
A Martín Távara le costó ser ese volante que anticipe, a Grimaldo contribuir con esa tarea por el medio. Cartagena resaltó por ello, por despliegue, sostenido a lo largo de los 90’ y con el mensaje de que busca impresionar al comando técnico.
Dicha intensidad se vio en un Callens que no desaprovechó las licencias del rival para participar más en campo contrario y en un Gianluca Lapadula que anoche no fue solo el de desmarques: retrocesos para jugar, tener el balón, llegar al área en lugar de solo estar. Paolo Guerrero terminó siendo el ‘9’ más posicional, sobre quien se vio los pocos cotejos que lleva encima este año y también la falta de pretemporada, muy a pesar de las ganas del goleador.
Las carencias del debut
Estreno para no ser concluyentes, aunque sí para establecer por seguir en evolución y mejor drástica. La propia elección de futbolistas en el mediocampo, más preparados para correr que para tener el balón, generó que a Perú le cueste sostener la posesión, que encuentre asociaciones y progrese con la pelota.
Todo va en relación con el tiempo de trabajo, por lo que se observó a un equipo más de reacción que de propuesta. Considerar también las coordinaciones, que llevó en diversos pasajes a que sin posesión Cartagena y Távara se superpongan retrocediendo.
Se encontró un resultado, con individualidades determinantes, con equipo que se volcó a campo rival con transiciones y velocidad, sin figuras excluyentes ante un contrario inferior, pero que incomodó. Con debutantes como Oliver Sonne y Erick Noriega. La Selección Peruana de Jorge Fossati está en fase de construcción, por lo que la respuesta colectiva se espera crezca en el tiempo, y también frente a una exigencia mayor de los próximos contrarios.
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