Hoy, la mamá de Fabiola Herrera es su fan número uno. Hace años, sin embargo, no quería que juegué fútbol. Conoce aquí los momentos complicados que tuvo que pasar la hoy capitana de Universitario.
A Edit no le gustaba que su niña juegue fútbol. A Jorge Luis, su esposo, en cambio, no le molestaba en lo absoluto. Por eso, cuando mamá no estaba, papá llevaba a sus hijos -dos hombres y una mujer- a divertirse con la pelota.
Así, con menos de 10 años, Fabiola, la menor de los Herrera Zegarra, empezó a asistir a campeonatos de fulbito en José Boterín, barrio chalaco en el que creció y en cuyas pistas jugó desde pequeña con sus amigos. El problema llegó cuando, para participar de un torneo intercalles, debía cumplir con un requisito que, de arranque, parecía imposible: ser hombre.
Ella, pieza clave del equipo, tenía que estar sí o sí. Por eso, y en conversación con sus compañeritos de equipo, tomó una arriesgada decisión. Una en la que primaría la pasión: Fabiola, de contextura muy delgada y cabello súper corto, se inscribiría como Juan Lucho.
"Ahora me río al acordarme de esos tiempos. No me dejaron jugar un intercalles en el Callao. Como era mujer, me tuve que poner nombre de varón. Cuando era niña, tenía el cabello chiquito. Yo imagino que en el momento no se dieron cuenta. Al final sí y reclamaron porque campeonamos, pero (su queja) no tenía validez", recuerda entre risas.
¿Siempre de defensa?
Pasaba por varias posiciones, no había el orden que hay ahora. En la Sub 20 fui back central, pero en mi primer club (Municipalidad de Surco) comencé jugando de delantera. Sí me fue bien, me daban pase y me iba hacia adelante y salía jugando. Me vieron esa cualidad, no me fue mal, pero me sentía mejor jugando de back central.
¿Qué tan complicado fue para ti llegar a jugar fútbol?
Tuve una infancia bastante dura con el tema del fútbol. No tuve apoyo en casa de mi mamá. No quería que yo jugara, recibía castigos. Antes de ir a casa, iba a la cancha a jugar. También viví temas de machismo porque muchas veces no me dejaban jugar en equipos de varones. Igual lo hacía, pero había muchos insultos, temas de que el fútbol es para hombres. No la tuve fácil. No había academias donde vivía, y si las había, no eran de femenino. Además, no contaba con el tema económico para estar en una.
¿Cómo empiezas a jugar?
Comencé a jugar en las calles viendo a mis hermanos cómo jugaban, me iba a sus campeonatos. Ahí me empezó a gustar el fútbol, viéndolos a ellos.
¿Cómo lo tomó tu familia?
No tuve apoyo de mi mamá. De mi papá y hermanos, sí. Mi papá me llevaba a campeonatos a escondidas. He recibido los verdaderos golpes por entrar a una cancha de fútbol, con el San Martincito de tres puntas. (Mi mamá) Me decía que el fútbol era de hombre, que cómo una niña iba a estar jugando.
¿En qué momento empezó a apoyarte?
En 2005 llegué a la 'sele' y ahí mi mamá empieza a apoyarme. Al día de hoy, ella y mi papá son mis hinchas.
En 2019, tras pasar por JC y Sporting Cristal, tuiste una experiencia en Millonarios. ¿Cómo se dio tu llegada?
Se dio en el amistoso que tuvimos con Colombia. Ahí nomás, a los días, recibí llamada de una directiva.
Ahí te convertiste en l primera futbolista peruana en firmar un contrato profesional. ¿Ahí recibiste tu primer sueldo?
En el club JC me recnocían pasajes, un dinero que no era mucho, pero igual me reconocían. Ya en Cristal recibí mejor sueldo, aunque tampoco era mucho, pero en Millonarios ya pude tener contrato profesional. Millonarios me trató como una profesional y recibí un buen sueldo.
¿Y qué hiciste con ese primer buen sueldo?
No podía mandar dinero a mi familia, pero les compré zapatillas a mis sobrinos, a mi mamá y a mi papá. En eso gasté mi primer sueldo: en comprar cosas para mi familia.
¿Qué diferencias notaste entre Perú y Colombia?
El trato a las futbolistas. Ni bien pisé Bogotá, el trato fue totalmente distinto al que teníamos acá. Nos recibió la misma gerenta, nos llevaron de frente al estadio, a conocer instalaciones, subimos al palco del presidente, nos presentaron al presidente, a los dueños. Es algo muy bonito tener ese reconocimiento, ese buen trato. El tema de los campos es muy distinto. Allá entrenábamos en el campo oficial, al costado de los varones. Jugábamos los partidos de preliminar. Algo como acá la reserva y el primer equipo. Los jugadores veían nuestros partidos.
Hablando de jugadores, en Alianza, hay mucha cercanía entre Hernán Barcos y el plantel femenino. ¿En la 'U' pasa algo similar con algun futbolista del equipo masculino?
En varias oportuniades los chicos han ido a nuestros entreamientos a motivarnos. Nelinho Quina y Federico Alonso han conversado conmigo, más Quina. No siempre, pero sí han ido a nuestro entrenamiento a desearnos éxitos. Por interno Quina me escribe y conversamos.
Además de jugar en Universitario, ¿realizas otra actividad ahora?
Tuve la oportunidad de renovar con Universitaro, ahora estoy trabajando en la academia de niñas de la 'U'. Aparte también estoy con una academia con Sandy Dorador, estamos trabajando desde enero y nos está yendo bien. Es lindo poder brindar experiencia a las niñas.
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