Perú crecerá sólo 2,4 % en el 2023, según informe del Banco Mundial

Perú crecerá sólo 2.4% en 2023 | Fuente: Foto: Andina

El informe de Integración Regional elaborado por el Banco Mundial estima que el PIB regional crecerá 1.4 % en el 2023, una tasa inferior a la anticipada. Además, se esperan tasas de 2.4 % para el 2024 y 2025, las cuales serían muy bajas para lograr progresos significativos en la reducción de la pobreza.

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Las economías de América Latina y el Caribe se han mostrado relativamente resilientes ante la presión creciente del endeudamiento, la inflación y la incertidumbre mundial, pero los nuevos vientos en contra que provocan la caída en los precios de las materias primas, la subida en las tasas de interés en los países desarrollados y la incierta recuperación de China podrían ensombrecer de nuevo las perspectivas de la región.

Así lo sostiene el informe de Integración Regional del Banco Mundial, el cual pronostica que la perspectiva de crecimiento del PBI para el Perú en 2023 sería de 2,4%. Sobre el PIB regional, se proyecta que crecerá 1.4 % en 2023, una tasa inferior a la anticipada, mientras que para el 2024 y 2025 se esperan tasas de 2.4 %.

Para impulsar el crecimiento que necesita la región, señala el estudio, los países "deben preservar la resiliencia que tanto les costó ganar y aprovechar las oportunidades únicas que ofrecen las tendencias de la economía mundial hacia la relocalización de empresas (nearshoring) y la industria verde.

"La región en gran medida se ha recuperado de la crisis de la pandemia, pero lamentablemente ha vuelto a los bajos niveles de crecimiento de la década anterior", dijo Carlos Felipe Jaramillo, vicepresidente del Banco Mundial para América Latina y el Caribe.

"Los países deben urgentemente acelerar el crecimiento inclusivo, para que todos se beneficien del desarrollo, y esto requerirá mantener la estabilidad macroeconómica y aprovechar las oportunidades que hoy ofrece la integración comercial", agregó.

Luego de recuperarse de la pandemia, la región ha sobrellevado con relativo éxito las múltiples crisis provocadas por la guerra rusa en Ucrania y las incertidumbres que rodean a la economía global. Tanto la pobreza como el empleo han regresado mayormente a los niveles previos a la pandemia, mientras que se espera que la inflación promedio, excluyendo Argentina, caiga a 5 % en 2023, luego de alcanzar 7,9 % en 2022.

Según el informe, la resiliencia general de la región es el resultado de un arduo progreso obtenido en la gestión macroeconómica a lo largo de las últimas dos décadas. Preservar este logro será primordial.

Efectos de los desequilibrios fiscales

Sin embargo, el estudio apunta que los desequilibrios fiscales siguen siendo elevados, con un promedio estimado en 2.7 % del PIB en 2023, lo que erosiona aún más el espacio fiscal ya de por sí reducido; y se espera que el nivel de endeudamiento llegue al 64.7 % del PIB este año, levemente por debajo del 66.3 % alcanzado en 2022. Además, las recientes quiebras bancarias en EE. UU. y Europa añaden incertidumbre. Sus repercusiones en el sistema bancario y los flujos de capital en América Latina y el Caribe aún están por verse.

"La región sigue siendo una de las menos integradas, mientras que la apertura comercial y la inversión internacional directa se han estancado o han disminuido en la mayoría de los casos durante los últimos 20 años; los países deben encontrar formas de ganar atractivo y aprovechar la tendencia hacia la relocalización de empresas", dijo William Maloney, economista jefe para América Latina y el Caribe del Banco Mundial.

"Además, aprovechar la extraordinaria ventaja comparativa de la región en la producción de energía sostenible, los productos básicos necesarios para las industrias verdes emergentes y su capital natural único ofrece una nueva fuente potencial de crecimiento, pero esto requerirá políticas para facilitar el acceso a los mercados globales, capital y tecnología", añadió.

El reporte sugiere una serie de políticas de integración que los países deberían considerar para aprovechar estas oportunidades. Esto incluye políticas de largo plazo, como reducir los riesgos sistémicos, impulsar las inversiones en infraestructura tradicional y digital y mejorar el capital humano; así como opciones a corto plazo, como preservar la estabilidad macroeconómica, impulsar avances en la regulación aduanera y de transporte, y mejorar las agencias de promoción de exportaciones e inversiones.

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