Guillermo Niño de Guzmán publica 'Hasta perder el aliento': "Es el único libro que he escrito con placer"

Guillermo Niño de Guzmán es autor de libros de cuentos como "Caballos de medianoche", "Una mujer no hace un verano" y "Algo que nunca serás". | Fuente: Editorial Planeta

Referente del cuento en la literatura peruana, el escritor Guillermo Niño de Guzmán ofrece el testimonio de una vida entregada a la lectura en el primer volumen de su 'cuaderno de letraherido'. Sobre este, su libro más personal, conversamos con el autor de títulos imprescindibles como 'Caballos de medianoche' y 'Relámpagos sobre el agua'.

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Si de algo puede padecer Guillermo Niño de Guzmán, eso se llama literatosis, aquella enfermedad por la escritura que alguna vez acuñó el genial uruguayo Juan Carlos Onetti. Pero quizás su diagnóstico sea más bien la "lecturatosis", un vicio por la lectura que se evidencia en "Hasta perder el aliento", el último libro que este referente del cuento en la literatura peruana acaba de publicar en el sello Tusquets.

Según confesó su autor en el prólogo, empezó a escribirlo en 1997, durante una estancia en París, impulsado por la necesidad de escribir anotaciones sobre la traducción de un libro de André Malraux en el que venía trabajando. Pero no pasó mucho tiempo para que su escritura se decantara hacia otros temas de su interés, como la pintura, la música o el cine.

Con los años, sus anotaciones se multiplicaron en libretas a las que llamó "cuaderno de letraherido". Y fue un amigo quien lo convenció del valor literario que tenía. Así, después de 11 años de silencio, Guillermo Niño de Guzmán ha publicado uno de sus libros más hermosos. Sus páginas reúnen anécdotas de escritores, pintores, jazzmen, cineastas, y al mismo tiempo recogen citas sobre el esforzado oficio de escribir, esbozos de relatos, traducciones, apuntes a vuelapluma, entre otros textos misceláneos.

"Hasta perder el aliento" es el cuaderno de letraherido de Guillermo Niño de Guzmán, quien publicará un segundo volumen próximamente.Fuente: Tusquets

Escribir sin ataduras

Me aventuro a pensar que 'Hasta perder el aliento' (Tusquets) es el libro más personal que le he leído. Porque no es solo sobre la lectura, sino también sobre otras obsesiones suyas, como la música o el cine. Al ser un libro en principio no planificado para su publicación, ¿sintió que su escritura corrió de una manera más libre en comparación a sus anteriores trabajos?

'Hasta perder el aliento' es el único libro que he escrito con placer, seguramente porque no sabía que estaba escribiéndolo. Se trata de apuntes que hacía exclusivamente para mí, sin pensar en una eventual publicación. Decidí hacerlo cuando un amigo hojeó por casualidad mi cuaderno de anotaciones y le pareció que tenía gran interés para quienes amaban la lectura y no necesariamente eran escritores. En cuanto a su escritura, fue mucho más libre y espontánea, hecha a mano (algo que no suelo hacer porque mi caligrafía es muy mala y siempre me ha gustado ver las páginas que escribo en letras de molde, pues ello favorece el proceso de corrección). Pero, como las notas eran escritas a vuelapluma, había ciertos errores y reiteraciones que había que enmendar y depurar, lo que hice durante el encierro de la pandemia y varios meses más.

Ha resultado llamativo que alguien con su habitual discreción haya esbozado ciertas confesiones de su vida en algunas páginas. Confesiones solo sugeridas, claro, pero que despiertan curiosidad en su lector. ¿No le parece que, siguiendo el consejo de Fitzgerald, usted sí tiene "algo que decir" como para emprender un proyecto de corte autobiográfico?

-No sé si alguna vez lo haga, pese a que me gusta mucho el género del diario. Fue a partir de mi amistad con el maestro Julio Ramón Ribeyro que me adentré en el mismo, siguiendo sus recomendaciones. Y me atrajo tanto que acabé persuadiéndolo para que publicara su propio diario, de cuya edición tuve el privilegio de encargarme yo. Sin duda, no solo el pudor me impide compartir ese tipo de confesiones con los lectores, sino que el diario íntimo exige una confrontación con uno mismo que no sé sí puedo soportar. El pasado siempre me persigue y la sola posibilidad de tenerlo registrado me angustiaría demasiado.

 

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Debilidad por lo híbrido

La estructura de su "cuaderno de letraherido" permite entrar en el libro desde cualquier página. Pero si uno lo lee en orden, se percibe una ilación. Hay un "tono", por así llamarlo, que lo unifica. ¿Cómo fue el proceso de criba al acercarse a esas libretas de apuntes? ¿Qué tan desafiante fue la edición, en ese sentido?

-Curiosamente, lo único que descarté fueron aquellas anotaciones que tenían que ver con mi vida privada o que eran tan circunstanciales e incluso banales y no iban a interesarle a nadie fuera de mí. El problema, en realidad, es que al transcribir este cuaderno (en rigor, no era solo uno sino varios más y muchas páginas sueltas, ya que cubren veinticinco años de mi vida) salieron más de quinientas páginas. Por razones editoriales, que comprendí, no resultaba viable publicar un volumen tan extenso, de modo que convine en dividir el material en dos entregas. Quizá la única diferencia entre estas sea que preferí incluir más traducciones en la primera, así como algunos divertimentos en el terreno de la ficción y algún arranque en falso que no prosperó o un texto que no llegó a la imprenta por razones ajenas a mi voluntad (como aquel inspirado por una serie de fotografías de Billy Hare). Lo que sí es cierto es que hay un tono peculiar en el libro, un subtexto que lo recorre y que atañe a mi visión de la vida y la escritura. Por otra parte, creo que guarda coincidencias con misceláneas que me gustaron bastante: 'El escritor y sus fantasmas', de Ernesto Sabato, y 'Último round' y 'La vuelta al día en ochenta mundos', de Julio Cortázar. Sin embargo, soy consciente de que no poseo la profundidad de las reflexiones filosóficas del primero ni el humor patafísico del segundo. En cualquier caso, me atrae mucho esa variante que llamaría ‘libro híbrido’, donde se alternan géneros o gamas de escritura diversas, y que tiene cierto carácter lúdico (el libro puede leerse empezando por cualquier página, pero, como bien dices, si uno lo lee en orden, se percibe la existencia de vasos comunicantes entre los distintos textos, lo cual le otorga una coherencia interna) y un afán por huir de lo convencional.

En ‘Hasta perder el aliento’, hay un diálogo de fondo entre usted y sus autores predilectos. Un espacio para la admiración, pero también para el disenso, como en esa serie de textos dedicados a pensar el cuento. ¿Es de esta manera como usted ha llegado a prefijar su propia poética o cree que también obedece a experiencias vitales?

Es una mezcla de ambas cosas. No te olvides de que la literatura no está divorciada de la realidad; se nutre de ella e, incluso, la supera. A mí me gusta mucho leer, pero también reflexionar sobre mis lecturas y confrontar la experiencia de otros autores con la mía. Y, aunque no soy un crítico académico, siempre intento discernir cuáles son los mecanismos que le permiten a un escritor redondear su trabajo.

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Niño de Guzmán también es autor de los libros de ensayos "Relámpagos sobre el agua" y "La búsqueda del placer".Fuente: Editorial Planeta

La traducción y el jazz, dos obsesiones

La traducción, que es uno de los oficios con los que usted se gana la vida, ocupa varias páginas de ‘Hasta perder el aliento’. ¿Cuál es su posición al abordar esta tarea: desde la libre interpretación del texto o desde la literalidad como principio rector?

Me encanta traducir, aun cuando pueda ser una tarea ardua y morosa. No lo he hecho solamente por ganar dinero (la traducción literaria paga muchos menos que la de tipo técnico). Ocurre que cuando no puedo escribir (suelo experimentar bloqueos creativos que me paralizan) una buena manera de combatir el malestar y la frustración es traducir. En buena cuenta, el traductor es como un pianista que trata de ejecutar lo mejor posible la partitura escrita por un compositor. El reto está en encontrar un equilibrio entre ser fiel al original y ser fiel a uno mismo en su calidad de intérprete. En ese sentido, el traductor es un recreador. Y yo busco traducir a aquellos autores (de habla inglesa o francés) que admiro u otros que descubro en mis aventuras de lector y que deseo compartir con los lectores.

Que el jazz sea su género favorito me ha dado cuerda para elucubrar que con ‘Hasta perder el aliento’ ha puesto usted en marcha una jam session literaria por su composición espontánea, su contenido ecléctico. Curioso en alguien que ha confesado lo mucho que le cuesta escribir. ¿No le ha pasado al hacer ficción que algo de ese espíritu "jazzístico" se apodera de usted?

En efecto. Esto me ha hecho recordar que hace varias décadas ya tenía en mente publicar un libro que fuera una suerte de jam session. Creo que hice una selección de textos que había escrito sobre escritores, cineastas, músicos, pintores y otros artistas, pero lo cierto es que el proyecto no cristalizó: en primer lugar, porque el material ya había sido publicado, y, en segundo lugar, porque, si bien había variedad de temas, no había la libertad y espontaneidad que se acercaran a la improvisación que caracteriza a una jam session.

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Escribir es aplazar la muerte

Con un primer volumen de su cuaderno ya publicado, queda la promesa de un segundo, algo que sin duda alegra a sus lectores. ¿Planea sacar más adelante incluso un tercer o cuarto volumen? ¿O, ya en estado Bartleby, preferiría simplemente no hacerlo?

Después del segundo volumen (que, espero, salga el próximo año), he seguido haciendo algunas anotaciones, pero no estoy convencido de querer hacer de esta modalidad una práctica estable. ¿Por qué? Por la sencilla razón de que no quiero caer en la tentación de llenar un cuaderno sabiendo que sus apuntes van a publicarse. Eso significaría una traición al espíritu del cuaderno de letraherido y podría acabar con la frescura de su estilo y la naturalidad de la propuesta.

Usted, que ha dicho que escribe para derrotar, de algún modo, a la muerte, ¿lo dice porque escribir es corregir la vida o porque la escritura le regala la ilusión de perdurar ante el olvido?

No pienso tanto en términos de corregir la vida, sino en la posibilidad de rebelarme contra sus limitaciones. Desde niño siempre me preocupó aquella cuestión crucial que podría resumirse en esta frase: ¿cómo vivir puesto que vamos a morir? Escribir, para mí, es una manera de enfrentar aquel dilema. No es que piense en la posteridad en cuanto a reputación. Sería muy pretencioso apostar que voy a perdurar en la memoria de la gente por haber escrito unos cuantos volúmenes. Sin embargo, sí sé que cuando uno abre un libro y lo lee, este deja de ser un objeto inerte y, casi como un conjuro mágico, deja escapar una voz que se eleva por encima de las páginas y se desliza en tu consciencia y te acompaña y te entusiasma o te subvierte. Y no importa si el autor ya está muerto. En ese prodigioso instante, vuelve a vivir. En buena cuenta, ha triunfado sobre la muerte.

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Marco Zanelli

Marco Zanelli Redactor

Bachiller en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de San Martín de Porres (USMP). Interesado en literatura, música, teatro, cine, series y arte.

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