¿Por qué es importante la presencia de un padre para los hijos?

Conoce los beneficios en los hijos de la presencia paterna en su desarrollo integral. Mientras que la madre, con su ternura, es puente a la vida íntima de los sentimientos de sus hijos, el padre, con el ejercicio de su autoridad y límites positivos, es puente a la vida exterior y a lo público. María Calvo, docente y autora de numerosos libros sobre la paternidad, maternidad y familia, explica los efectos de la ausencia del padre en los hijos, más común en países de Europa occidental como España. Además, pide recuperar la presencia simbólica y espiritual del padre, pues dice, “hay necesidad de padre”.

Para la catedrática María Calvo, la diferencia entre madre y padre es bonita, porque la naturaleza nos ha dado a las mujeres el imperativo de la intimidad y a los hombres, el de la independencia para así configurar personalidades equilibradas. | Fuente: Freeimages

Las leyes en España han matado al padre, señala con preocupación María Calvo, profesora titular de Derecho Administrativo de la Universidad Carlos III. Comenta que en España se ha aprobado recientemente la Ley de Protección a la Infancia, que prohibe expresamente ejercer autoridad por parte del padre hacia los hijos.

“Esto es algo aberrante. Estar en contra de los hijos es considerado violencia domésitca. Especialmente en lo que implica cambio de sexo, transexualidad, embarazo e ideología de género (IG). Si un niño o niña de 12 años quiere cambiarse de sexo un padre no puede oponerse”, señala Calvo.

Si bien esta realidad jurídica dista de la legislación peruana, Calvo quiere alertar a base de datos y estudios científicos sobre los efectos de la ausencia del padre en sus hijos como lo explica en su ensayo Matrimomio, encubadora de la paternidad, donde señala la importancia que la madre deje entrar al padre en el hogar.

“Se ha demostrado que la carencia de padre está en la base de la inmensa mayoría de los problemas sociales, desde drogadicción, abandono del hogar, embarazo adolescente. Antes se pensaba que estos problemas y la criminalidad provenían de ambientes marginales, pero están presentes en clases medias y medias altas”, explica Calvo.

Europa es un continente envejecido que ha olvidado sus raíces. Para Calvo, este continente sigue bebiedo de las fuentes de la revolución del 68, una revuelta contra el hombre, su masculinidad, paternidad y especialmente contra la autoridad. A esto, se le suma el daño causado al hombre, mujer y familia con la ideología de género.

“Con la IG, pasamos a pensar que no hay diferencias biológicas entre hombre y mujer. Que es un problema de identidad sexual, de voluntad o una construcción social. Esto nos puede llevar a pensar: ¿Para qué quiero un hombre a mi lado si hombres y mujeres son idénticos, fungibles e intercambiables?”, explica.

“La mujer en Europa tiene mayor valor social y más autoridad moral que el hombre. Ella ya no necesita una igualdad. Ahora lo que pide es justicia por haber sido subyugada y escalvizada a lo largo de los siglos, y que el hombre actual, tiene que pagar esa esclavitud a la que nos hemos visto sometidas” acota Calvo.

“Con este marco histórico, el hombre realmente tiene miedo a ser hombre y a expresar su masculinidad. Tiene miedo a ejercer la paternidad como hombre. Y está experimentando desviaciones. En vez de un padre, es un amigo, un colega, y deja huérfano de padre al hijo”, explica.

Para el experta y autora de diversos libros, estamos sufriendo en la actualidad de la apropiación de modelos femeninos de lo masculino, es decir, una especie de mamá bis. Hay muchos padres instados, obligados o presionados por el ambiente social y también por las mujeres, a criar a los hijos como lo hacen ellas.

Estamos privando a los hijos de una alteridad sexual. Los hijos necesitan de un hombre, una masculinidad, o una mujer, una feminidad y ahí consiguen el equilibrio. “Esa testosterona masculina existe y hace que el padre ejerza de padre y las mujeres, con nuestra oxitocina y estrógenos, tendemos a proteger mucho a los hijos”, dice Calvo.

La catedrática explica que las madres tendemos a darles a nuestros hijos todo inmediatamente. “Las madres somos puente a la vida íntima de los sentimientos, el padre es el puente a la vida exterior, a la vida de lo público. A las madres nos preocupa la afectividad y a los padres les preocupa más la efectividad”, señala.

“Hay que recuperar la presencia simbólica y espiritual del padre. Eso se ha perdido. Creo que la gran perdida de la paternidad es la paternidad simbólica. En lugar del padre hay un vacío, hay una nada. Estamos viendo una generación de huérfanos que tienen hambre de padre. Hay una necesidad de padre”, señala.

Finalmente, dijo que desde el ahorro presupuestal de un país, la ausencia del padre no es algo beneficioso. EE.UU. está pagando millones de dólares en mantener centros de desintoxiación o prisiones. Por ello, han decidido tomar medidas y políticas a favor del padre masculino, pues la presencia paterna les ahorra muchos problemas.

Úrsula Delgado

Úrsula Delgado Periodista

Como periodista, me interesan especialmente los temas sociales, culturales, históricos y religiosos. Desde ese interés, quiero usar este espacio para hablar de la persona y la familia, compartiendo contenido relevante, que nos recuerde la inagotable profundidad de la riqueza que compartimos.

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