La sociedad de la inmediatez demanda curaciones exprés, estrategias sanadoras de recojo rápido y «alternativas terapéuticas do it yourself». Ya nadie tiene el tiempo como para sentarse a resolver científica y comprobadamente sus asuntos psicológicos. Nada que dure más que hacer un buen café resulta adecuado para las y los habitantes de la actualidad. ¿Ir al psicoterapeuta? No. «Mejor apliquemos esos tres pasos que vi el otro día en Tik Tok. Me han dicho que esos sí te lo solucionan». Da lo mismo quién esté detrás de la autoría de las «prácticas curativas», lo que realmente importa es qué tan rápido las podemos finalizar. «Unos pocos minutos al día, no más de cinco por favor, me vienen de maravilla para sentirme mejor».
Este tipo de halo de lo instantáneo, que lo cubre todo como un gran barro oscuro y farragoso, es el partícipe número uno de «técnicas» que prometen incrementar nuestro bienestar y autoestima, solucionar nuestros problemas de pareja, sanar la manera que tenemos de vincularnos e, incluso, mejorar cualquier sintomatología psiquiátrica. ¿Son técnicas que al menos han probado su eficacia en alguna investigación? No. Son creaciones de mentes que buscan usufructuar el terreno limpiamente ganado por profesionales de la salud mental. Quienes adosan su esperanza a este fraude lo hacen, en gran parte de los casos, sin conocer lo nocivo que puede resultar desoír a las verdaderas y los verdaderos especialistas.
¿Por qué digo que es nocivo seguir «estrategias» que no han sido avaladas por profesionales de la salud mental? Vamos con un ejemplo. Imagine que lleva años, quizá casi una década, sintiéndose mal consigo mismo. Se reprocha frecuentemente por las decisiones que toma, critica sus propias capacidades, juzga su apariencia personal y desprecia lo que ha logrado. Lentamente, como una olla que cuece un platillo a fuego lento, ha ido asomándose la pesadumbre de la depresión hasta convertir su cotidianeidad en un esfuerzo por levantarse de la cama. Navegando en las redes sociales, encontró algunos tips bajo la etiqueta «Sana la relación contigo mismo». Como un escolar aplicado, se dispone ahora, todas las mañanas, a mirarse al espejo y repetirse cinco oraciones afirmativas sobre lo valioso que es.
Aunque podría parecer que realizar este ejercicio es hacer algo por nuestra salud mental, no lo es. ¿Por qué? Simple: porque no se está tratando y trabajando el punto central del malestar emocional, que es todo el contenido relacionado al autoconcepto (p. ej., ideas distorsionadas sobre la propia eficacia o la imagen personal que podrían tener su origen en vivencias tempranas). Ese tipo de oraciones afirmativas solo están fungiendo como apósitos o vendajes sobre una o varias heridas emocionales que se están ignorando. ¿Sanarán? Probablemente no: no se está aplicando ninguna técnica clínica con probada eficacia, como sí sucede dentro de la psicoterapia. El malestar emocional seguirá hasta que un buen día se logre (o no) convertir en un impulso para buscar ayuda profesional. Y es que esta es la clave y el objetivo de esta columna: invitar a todas y todos a no dejarse engañar por propuestas de bienestar al paso; invitarlas e invitarlos a asistir a psicoterapia.
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