El 1 de mayo se conmemoró el día internacional de las y los trabajadores, convocando en plazas y calles a miles de personas que reivindican este derecho por el que muchos entregaron sus vidas. Lamentablemente en el Perú, hay una mayoría que no alcanza un trabajo con remuneraciones justas; que les permita potenciar al máximo sus capacidades y tener una vida digna.
Un sector de las poblaciones trabajadoras lo constituyen las niñas, niños y adolescentes (NNATs); que establecidos en el Movimiento de Niñas, Niños y Adolescentes Trabajadores Organizados del Perú (MNNATSOP) se han hecho presentes en las calles de Lima, Huancavelica, Arequipa, Cajamarca y Andahuaylas. Ellos bajo el lema ¡Sí al trabajo digno y no a la explotación! han expresado su posición para exigir que se les valore y respete como aportantes a las economías familiares; y a la vez se les proteja como infancia trabajadora.
La primera organización de NNATs data de 1979, surgida al calor de los movimientos y juventudes obreras en Lima. Desde entonces se han conformado en todo el país, dando pie, años más tarde, al Movimiento Latinoamericano y del Caribe de NNATs (MOLACNATs), como instancia de articulación de movimientos nacionales, grupos, asociaciones y organizaciones de la Región; que a su vez articulan con otros movimientos de África y Asia. Precisamente emergen en las regiones de economías predominantemente primario exportadoras, con grandes desigualdades, donde las infancias aportan su trabajo diario al sustento familiar.
El último pronunciamiento de los movimientos mundiales hace hincapié en dos aspectos fundamentales. Por un lado, denuncian que sus gobiernos son responsables de la pobreza en sus países, al reducir el gasto público en los servicios básicos; y por otro lado, exigen ser consultados en la formulación de políticas dirigidas a las niñas, niños y adolescentes que trabajan. Ellos quieren ser reconocidos como agentes de cambio, con ideas y soluciones, lejos de las miradas lacónicas y superficiales que introducen algunos organismos internacionales y que no abarcan una comprensión amplia y heterogénea de sus realidades.
El siguiente párrafo expresa sus posiciones contundentemente:
“Allí donde los sistemas y procesos estatales nos han fallado, nuestro trabajo nos ha dado la oportunidad de intentar llevar nuestras vidas con dignidad, mantener a nuestras familias y, para muchos de nosotros, perseguir nuestros objetivos personales, como la educación, etc. Nos oponemos a las posturas ciegas que con demasiada frecuencia adoptan los gobiernos y los organismos encargados de la elaboración y aplicación de políticas, que se oponen unilateralmente al trabajo infantil y adolescente sin comprometerse con nosotros y sin comprender ni abordar nuestras realidades, situaciones, necesidades y aspiraciones”.
Otra perspectiva se erige desde las voces de la infancia trabajadora. Se trata de ciudadanas y ciudadanos que antes y durante la pandemia han demostrado su responsabilidad y compromiso para con sus familias y la sociedad; y que no quieren ser objeto de conmiseración, estigma y persecución por parte de los Estados. Por el contrario, ofrecen propuestas de solución a la explotación y a la situación social y política en sus países.
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