¿Es posible enfrentar la delincuencia, que hace que hoy ocho de cada diez peruanos nos sintamos inseguros? Creemos que sí, pero para ello debemos ir más allá de la emoción que nos genera y analizar con serenidad los datos reales de este problema social, y también aplicar la experiencia internacional sobre el tema.
Sin duda el crecimiento de la delincuencia es muy grave, pues amenaza la vida y la economía de los ciudadanos; eso, aunque según las cifras internacionales, búsquelas usted paisana, paisano y lo verá, con menos de diez muertes violentas por cada 100 mil habitantes el Perú es, junto con Chile, uno de los países menos violentos de la región.
De hecho, Colombia, México, Brasil, Venezuela o Ecuador tienen 200 a 300% más que el Perú. ¿Deberíamos entonces preocuparnos menos? No, porque mal de muchos es consuelo de tontos y ningún nivel de violencia es aceptable, más aún si estas cifras se duplican en ciudades como Trujillo o en grupos específicos como transportistas y bodegueros. Por otra parte, detrás de las muertes violentas se observa un gran crecimiento del robo y delitos similares, que incrementan la inseguridad.
Pero el lado positivo está en constatar que, si nos organizamos bien, podremos combatir la delincuencia antes de ver matanzas entre carteles, mafias profesionales de secuestro o barrios “liberados”, tan comunes en países vecinos.
¿Qué podemos hacer entonces, paisano, paisana? Lo primero es seguir exigiendo a las autoridades mejor protección policial y aplicación rápida y justa de las leyes. También, para no equivocarnos, debemos analizar si demandas como sacar al Ejército a las calles, crear grupos de justicia popular o instaurar la pena de muerte realmente servirán aquí.
La experiencia de Colombia y México con la militarización no ha detenido a la delincuencia. En Brasil, la “justicia popular” más bien la incrementó, y la pena de muerte no ha evitado que Estados Unidos sea el más violento de todos los países desarrollados. No decimos que eso no funcionará aquí, sería bueno analizar mejor esas propuestas, sobre todo porque es común que los gobiernos que comienzan así se conviertan luego en dictaduras, como Cuba y Venezuela.
Pero nada de lo anterior, paisano y paisana, funcionará sin la participación ciudadana, sin usted y yo apoyando el trabajo de los buenos policías y organizándonos entre vecinos y colegas para prevenir delitos y denunciar a los infractores. Recordemos que aquí en el Perú vencimos al terrorismo con inteligencia policial y apoyo popular y no solo con la fuerza, y también que, en los países más pacíficos del mundo, como Suiza o Noruega, todos los ciudadanos actúan casi como buenos policías. En fin, ¿qué cree usted, paisana, paisano, que debemos hacer nosotros para, en vez de víctimas, nos convirtamos en actores de nuestra propia seguridad?
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