Los científicos y el mundo, un excelente libro de Robert Crease

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El impacto que tiene la ciencia sobre las sociedades desde hace varios siglos es de tal magnitud, que es realmente importante conocer los diversos modos de cómo se ha ido desarrollando esta influencia y sus efectos integrales. Por ello, es interesante encontrase con nueva bibliografía que amplie sobre nuestras reflexiones sobre el vínculo fascinante entre ciencia y sociedad.

Para ciertos eruditos, los libros de divulgación científica suelen presentar una extraña contradicción. Por un lado, “popularizan”, desde un lenguaje asequible, temas que están circunscritos para un selecto grupo de lectores. Pero, al mismo tiempo, esta fácil accesibilidad, le quita rigor a tópicos temáticos y a problemáticas que requieren ser tratados con mayor seriedad. De ahí que denuesten contra quienes tienen como misión “hacer simple lo que es complejo”. Sin embargo, más allá de esta tentación elitista, muchos hemos podido interesarnos y fascinarnos por el apasionante mundo de las ciencias naturales y las ciencias simbólicas, gracias a la labor de los divulgadores, muchos de ellos consumados científicos, como Carl Sagan, Stephen Hawking, Roger Penrose, Stephen Jay Gould, Richard Dawkins, Michio Kaku, entre otros. En suma, los profanos pudimos acercarnos al mundo de la ciencia gracias a la importante labor de los científicos que tuvieron a bien compartir sus investigaciones y conocimientos con un público más amplio.

Dentro de este selecto grupo de autores, se encuentra el filósofo e historiador de la ciencia, Robert Crease (Filadelfia, 1953). Poseedor de una abultada producción académica y de notables investigaciones, Crease nos ha obsequiado - nunca mejor dicha esa palabra-, un excelente libro que enriquece nuestras reflexiones sobre los vínculos entre ciencia y cultura, “Los científicos y el mundo” (Crítica, 2020). Este texto compila diez ensayos, rigurosamente documentados y con un lenguaje francamente accesible, sobre una serie de autores que en su momento se vieron motivados a reflexionar acerca del mundo de la ciencia en sus respectivos contextos. Es decir, observaron el fenómeno científico, lo analizaron, lo vivieron y dieron sus pertinentes alcances desde sus circunstancias históricas y culturales.

Así, el lector puede acceder a la vida intelectual de pensadores como Bacon, Descartes, Vico, Weber, Husserl, Arendt, Comte; escritoras como Mary Shelley, científicos como Galileo Galilei o el político turco Kemal Ataturk, y desde ahí, observar cómo se relacionaron críticamente con la ciencia de su época, vislumbrando sus luces y sombras. El resultado de la lectura integral de “Los científicos y su mundo”, es bastante evidente: la recepción individual del fenómeno científico está condicionado por un conjunto de circunstancias vitales, intelectuales, culturales y políticas. De este modo, reconocemos que la ciencia ha tenido y tiene un devenir agónico, complejo y lleno de controversia y contradicciones. Es decir, la ciencia moderna ha estado en constante tensión con su época y también consigo misma.

Para un lector de latinoamericano, reconocer estas tensiones nos permite tener elementos para saber cómo funciona la “pasión de la mente occidental” (Tarnas, 1991). Pues occidente – entre otros rasgos-, se ha caracterizado y se caracteriza por separar el “taller experimental”, “el laboratorio”, del mundo conocido por la costumbre y las complejidades sobrenaturales. Desde esta ruptura se genera una noción del mundo en la que la vida concreta está obligada a ceñirse a la idea construida desde la abstracción. En esta dualidad se forman innumerables encuentros y desencuentros, desde la posibilidad de inventar una tecnología científica que evoluciona incesantemente y, asimismo, la desconfianza contra la misma ciencia. En síntesis, el saber científico es fascinante, pero se ejerce en una constante lucha contra lo que quiere demoler y en contra de sus propias desmesuras.

La lectura de este extraordinario libro de Robert Crease, nos permite entender varias cuestiones de nuestros días. Tanto los miedos de los “negacionistas” de diversos fenómenos y acontecimientos, bioconservadores de distinto signo, como también a los cientistas y tecnofílicos ensimismados. Asimismo, tomar en cuenta que esas tensiones receptivas frente a los logros innegables de la ciencia, se nos presenta un futuro incierto para la misma ciencia, incluso frente a la naciente condición posthumana; fruto maduro de la evolución cultural ocasionada por la ciencia tecnológica.

Jefe del Departamento de Filosofía y Teología de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya (UARM). Es Dr. (c) en Humanidades por la Universidad de Piura y maestro en Filosofía por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Autor del libro "La trama invisible de lo útil. Reflexiones sobre conocimiento, poder y educación" y de numerosos artículos académicos vinculados a la historia de las ideas, con énfasis en la historia conceptual, y en las relaciones entre conocimiento y sociedad en el Perú y América Latina.

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