¿Quién quiere ser líder?

Más allá de simplemente buscar ocupar puestos de liderazgo, es crucial que las empresas fomenten una cultura laboral que valore y reconozca las contribuciones de todos los miembros del equipo.

| Fuente: Freeimages

Una de las preguntas más populares en las aulas de nuestra escuela es si todos podemos ser líderes. Con el paso de los años, es una pregunta que he escuchado cada vez menos. Entonces, comencé a preguntarme yo: ¿sigue siendo el liderazgo un objetivo importante para la mayoría hoy?

En mi búsqueda, encontré una encuesta realizada por la empresa CareerBuilder en 2014 (EE.UU), que entrevistó a 3,625 trabajadores a tiempo completo en diferentes roles en el sector privado y estatal, en diferentes industrias y en empresas de diferente tamaño. Entre los encuestados, solamente el 34% aspiraba a ocupar un puesto de liderazgo (entre los cuales el 7% tenía aspiraciones a tener un puesto corporativo). A nivel de género, el 40% de hombres esperaba ocupar un puesto de liderazgo, cifra mayor al 29% de mujeres. Otro resultado interesante correspondía a la comunidad LGBT (44%), cuyos miembros eran más probables de querer ocupar un puesto de liderazgo comparado al promedio encuestado.

No podemos omitir el hecho que liderar es una tarea difícil, pues los jefes deben constantemente lidiar entre los conflictos de interés entre los miembros de su equipo y los de la organización. Existen varias razones por las que la gente no desearía ocupar un puesto de liderazgo. La encuesta encontró que la mayoría, el 52% de los encuestados, estaba contenta con su puesto actual, mientras que el 34% respondió que no estaba dispuesto a sacrificar el balance vida personal-laboral. En tercer puesto, respondieron que consideraban tener el título necesario para ocupar un puesto de liderazgo. Además de estas razones, me permitiría añadir las diferencias generacionales y el peso de la responsabilidad.

Las empresas deberían de poner especial atención al hecho que un gran porcentaje consideran que los puestos de liderazgo implican un desbalance en la vida personal. Una cultura tóxica de trabajo no solo puede afectar la competitividad, sino también ocasionar un detrimento en el performance, motivación y retención de nuestros empleados. Estos resultados son interesantes, pues podría implicar que, para muchos, no es necesario tener un puesto de liderazgo para ser exitoso.

Director General de CENTRUM PUCP Business School, Doctor en Administración de Empresas de Maastricht School of Management, Doctor en Administración Estratégica de Empresas de la Pontificia Universidad Católica del Perú, Magister en Administración de Empresas y Licenciado en Economía de la Universidad Pacífico, Investigador y Profesor Distinguido por excelencia académica y producción intelectual CENTRUM PUCP.

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