El concepto de un trabajo ideal ha evolucionado mucho en los últimos años, y lo hemos visto transformarse con las situaciones que han cambiado nuestras perspectivas de lo que es importante en la vida. Se me ocurre que cada vez que visito algún centro laboral, observo que es difícil que una persona que hace bien su trabajo pase desapercibida. Ya sea un mozo que es servicial, puntual y amable, un carpintero que prepara hermosas piezas para la decoración interior o un contador que es analítico y curioso. Es innegable que una persona que disfruta de su trabajo deja evidencia de ello en las cosas que hace. Cuando veo a una persona hacer un gran trabajo, me pregunto: ¿cómo hacen lo que hacen?, ¿acaso son tan o más felices como yo haciendo mi trabajo? Asimismo, es claro que cada una de estas personas disfruta de lo que hace, pero, ¿podemos afirmar que tienen un buen trabajo?
Esta pregunta se tornó más importante desde que la pandemia nos hizo caer en cuenta que nuestras vidas pueden cambiar de un momento al otro. Y en gran parte el problema del trabajo es que los empleadores muchas veces lo proponen como un mero intercambio, en donde el trabajo es una actividad pagada por el tiempo y las habilidades de la persona. Por ello hay estudios en curso que buscan probar que una semana de trabajo más corta haría más productivas y felices a las personas.
Entonces, ¿quién tiene el trabajo ideal? ¿qué lo define? Según el Instituto de Investigación ADP, el trabajo ideal lo tiene una persona con un bachillerato, entre los 40 y 54 años, que trabaja en el sector inmobiliario, con un cargo de gerencia media y que cumple jornadas de teletrabajo. Por su parte, las personas en el sector salud o educación tienen menos probabilidades de ser felices en el trabajo.
Pero esto es lo que dice la estadística. La verdad detrás de estos números es que un buen trabajo es aquel en el que podemos expresarnos y ser reconocidos por nuestras destrezas. Las personas que describen tener un buen trabajo afirman sentirse identificadas por mostrar quiénes son, en un ambiente donde perciban que son respaldados por sus colegas, que no se sienten discriminados por sus decisiones y en el que perciben que navegan a través de los constantes cambios en el mundo. Esta confianza debe ser complementada por un buen liderazgo, pues tener un buen jefe es igual de importante a sentirse seguro en el trabajo. La verdad es que no existe el trabajo perfecto, no tenemos que amar necesariamente todo lo que hacemos, pero sí debemos sentirnos bien con el ambiente en el que laboramos.
Comparte esta noticia
Siguenos en