Comúnmente, escuchamos noticias de empresas que se fusionan para crear una nueva. Sin embargo, pocas veces escuchamos la operación contraria, esto es, una escisión empresarial. ¿Acaso tiene sentido dividir la empresa? Claro que la respuesta depende mucho del caso específico. En algunos casos, puede darse que la fusión no dio los resultados que se esperaba. En otros casos, la escala de operaciones de una empresa con distintas unidades de negocio puede crear problemas en el enfoque y dirección de estas, por lo que la empresa podría optar por dividirse para vigorizar estas unidades. Este, por ejemplo, es el caso de Kelloggs, quien recientemente anunció su división en tres compañías públicas: snacks, cereales y carne basada en plantas.
Las ventas de cereales de Kelloggs venían cayendo en los últimos años; sin embargo, por otro lado, los efectos de la pandemia han dado un impulso a la venta de snacks. El crecimiento en la unidad de estos alimentos ha sido tal que ahora este comprende el 80% de las ventas de Kelloggs y ha logrado un crecimiento mayor que el de sus otros negocios. Ante esta situación, la empresa ha visto conveniente dividir sus categorías en entes separados, esperando que la división mejore el enfoque de sus unidades y, por tanto, la rentabilidad. Pero esta no sería la primera vez que una escisión resulta exitosa. Por ejemplo, Kraft escindió su negocio de snacks en una nueva compañía la cual llamó Mondelez, la cual, al día de hoy, tiene el doble del valor de mercado de Kraft. A veces, el que mucho abarca, poco aprieta. Con la escisión, Kelloggs buscaría reavivar su unidad de cereales al crear una entidad que se dedique a resolver los desafíos específicos de su unidad, como los problemas de abastecimiento. Pero la escisión también podría ayudar a sus otras unidades al poder concentrar sus estrategias en mejorar la rentabilidad invirtiendo, para el caso de los snacks, en nuevas variedades.
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