En marzo del 2020, cuando el avance del coronavirus comenzaba a alarmar y los países cerraron sus fronteras para detener su avance, las compañías aéreas paralizaron casi enteramente sus operaciones. Esto impactó especialmente a sus trabajadores, quienes sintieron temor, pues en casi la mayoría de los puestos en esta industria, el teletrabajo no era una posibilidad. Sin embargo, entre estas empresas, Delta fue reconocida por su diseño de estrategias para manejar la crisis y navegarla satisfactoriamente.
Ed Bastian, director ejecutivo de Delta, reconoció que, en este periodo, la verdadera fortaleza nació de la sinceridad con sus empleados, compartiendo información, admitiendo la incertidumbre que la empresa enfrentaba durante la pandemia y explicando transparentemente las decisiones que tomaba la empresa. En un periodo caracterizado por niveles bajos de compromiso, en el que las personas fueron afectadas emocional y psicológicamente, la contabilidad rigurosa y la transparencia en la comunicación de la empresa les permitió mantener la motivación y compromiso en sus empleados. Pero la transparencia fue solo un primer paso para establecer una comunicación sincera, la cual fue complementada con un propósito. El otorgar de propósito a los empleados les permitió encontrar sentido en su labor y, por consiguiente, incrementó su nivel de compromiso.
Durante este proceso, el cual parece pronto llegar a un fin con el descenso en la curva de contagios, el caso de Delta nos demuestra que la fórmula para enfrentar una crisis, cual sea, deberá siempre empezar por preocuparse por la salud y bienestar de los empleados, así como escucharlos e incluirlos en el proceso de planeamiento. Como Delta, las empresas que fundan sus cimientos en el bienestar de su fuerza laboral son asimismo capaces de responder ágilmente frente a los problemas en una era donde los desafíos y escenarios cambiantes son comunes.
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