“La cultura se come como desayuno a la estrategia”
Frase atribuida a Peter Drucker
Nos encontramos en un escenario complejo tanto en el plano local como mundial, que viene acompañado de cambios disruptivos a nivel de tecnología, inteligencia artificial (IA) y robótica, entre otras áreas, que transforman los negocios y la actividad humana en general. En esta coyuntura, las empresas sienten una gran presión para adaptarse a los nuevos tiempos, lo cual implica cambios en toda la organización. Sin duda, esta transformación es una decisión que le compete a la alta dirección y los líderes se preguntan por dónde empezar. Saben que su nivel estratégico jugará un rol importante en el rediseño de la nueva organización, pero se preguntan qué sucede con la cultura.
Debemos entender la cultura organizacional como una forma de hacer las cosas, inspirada por un líder, y que, con el tiempo, se ha traducido en los valores que distinguen a una organización de otras. Cumple dos funciones principales: una relacionada con el mantenimiento de la integración interna, y otra, con la supervivencia externa. Precisamente, la segunda función cobra importancia en la actualidad porque varió el contexto: si las organizaciones no se adaptan, desaparecerán.
Es posible que Peter Drucker sea el autor de libros de negocios más influyente del siglo XX y su obra, aún hoy, inspira a muchas personas de negocios. Muchas de sus enseñanzas siguen vigentes, como su análisis precursor de la era de la sociedad del conocimiento y la influencia de las nuevas tecnologías en la redefinición de los negocios que vivimos ahora. Su frase “La cultura se come como desayuno a la estrategia” ha recibido múltiples interpretaciones, que, en esencia, rescatan la gran importancia de la cultura: debe redefinirse primero el propósito y la razón de ser de las organizaciones para luego implementar la estrategia que se considere adecuada.
Aunque es cierto que no debe hablarse de manera estratégica de un proceso de transformación en las organizaciones, sin tomar en cuenta primero la cultura, tampoco se trata de una competencia entre ambos elementos. En ese sentido, coincido con la opinión del profesor de Harvard James Heskett, quien manifiesta que existe una relación simbiótica entre la cultura y la estrategia. Una cultura eficaz tiene que apoyar la estrategia de una organización y, al mismo tiempo, la cultura puede ser parte importante de la estrategia organizacional.
Algunos de los principales retos que traen los nuevos tiempos para las empresas peruanas están relacionados con la creación de una cultura más orientada al cliente, la competencia que se vuelve cada vez más agresiva y global, y la necesidad de atraer al mejor talento humano. Para afrontar estos desafíos, es imprescindible revisar si la razón de ser de la organización se mantiene vigente para permitir su supervivencia o si se necesita una reorientación cultural y empezar a desplegar las estrategias a nivel de toda la organización, las cuales permitirán llevar la transformación a buen puerto.
Es probable que, como bien manifiesta Peter Drucker, “la cultura se come a la estrategia en el desayuno”. Esta frase indica una prevalencia en el orden de prioridades en el momento de empezar un proceso de transformación de cualquier tipo en una organización, pero también es cierto que no podemos desligar estos dos elementos que al final están unidos de manera irremediable.
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