El último lunes 13 de junio del presente año el equipo de fútbol de la selección peruana perdió por penales ante la selección de Australia la oportunidad de clasificar al mundial de Qatar 2022. La relación fútbol y política es una relación estrecha y evidente: la masa social (espectadora) gira, en determinado momento, entorno a un resultado de un partido de juego. Sin embargo, esta confluencia de “todo” un país, consideramos, no se debería al factor gaseoso del sentimiento, sino a un aspecto material: el fútbol es pues una actividad empresarial; es decir, el fútbol es un “hecho” económico.
Explicar la naturaleza económica del fútbol no implica desconocer el sentimiento o la emotividad que genera el fútbol: en el recreo del escolar, como actividad que sella un día familiar de esparcimiento, los amigos y novios en el estadio, etc. Con lo cual, invito a nuestro amable lector a considerar una primera premisa: si el fútbol es un “hecho” económico y generador de emotividad, en su ejercicio y/o presencia en la vida de la persona, entonces, el factor fútbol es un factor político.
Esta premisa no es desconocida, sí lo es, sin embargo, el tipo de vínculo. El fútbol no está unido (la unión implica la posibilidad de distanciamiento) a la política, el fútbol está inmerso en la política. Esto lleva a definir el factor fútbol por la función que cumple en favor de los gobernantes: distractor social, cortinas de humo. La forma de referir el “rol” del factor futbol remite a la concepción que sobre la religión postula el marxismo: el opio del pueblo. Si el factor fútbol genera episodios sociales de distracción, entonces, podemos deducir una segunda premisa: el factor fútbol de la política oscurece el juicio del individuo de la masa, pues lo aleja de su estado de conciencia de demandas sociales.
Es conocido el estudio que hace Freud de la obra de Le Bon acerca de la psicología de las masas. Indicará, el alumno de Charcot, que la masa puede ser institucional, como la Iglesia, el Ejército, la cual posee un grado de conciencia y organización; mientras que la masa no institucional, aquella que se forma espontáneamente, estaría integrada por individuos que se acoplan a la “conciencia colectiva”. Sin embargo, cuando el individuo se aísla, recupera su conciencia y o razonamiento. En esta línea de pensamiento, el factor fútbol se impondría por sobre la masa, pero no por sobre el “individuo al aislarse”, es decir, cuando se separa de la multitud.
Finalmente, consideramos que el factor fútbol sí influye por sobre el individuo-masa, pero no necesariamente por sobre el individuo-individuo. Esto tal vez puede sugerirnos, que el aspecto emotivo del factor fútbol que genera que las clases sociales más impares olviden sus diferencias y se abracen en una unidad, es un elemento circunstancial, pues tal vez el individuo, racionalmente, puede adentrase o distanciarse de la multitud a discreción.
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