Recientemente, el EFEN (Comité multisectorial encargado del estudio nacional del Fenómeno El Niño) el organismo interinstitucional -que hace seguimiento a las condiciones oceanográficas y atmosféricas en nuestro dominio marítimo- elevó a nivel de “Vigilancia de El Niño costero” el sistema de aleta frente a este fenómeno.
Por su parte, la NOAA, en su último reporte mensual (que sirve como base de análisis a diversas instituciones en el planeta) ha advertido en sus pronósticos que las probabilidades de que ocurra un Fenómeno El Niño (FEN) se han incrementado de manera significativa y que ha concluido la frase fría (conocida como La Niña), que ha estado presente a lo largo de tres años en esta parte del Pacífico Tropical. Este cambio puede abrir un efecto rebote que incremente el impacto en nuestro país.
Las primeras advertencias expresan que puede ser de gran magnitud, destruyendo infraestructura urbana y rural. Adicionalmente, se ha advertido que puede afectar considerablemente diversas actividades económicas (como la pesquera, textil, de transporte, entre otras). Si bien para el sector pesca, El Niño puede tener efectos positivos, como otras especies para capturar, así como recarga de acuíferos y represas, cabe alertar que, mientras más intenso sea el FEN, más grandes serán sus efectos negativos.
Conocidas son las consecuencias de un FEN intenso (la clasificación va desde débil a extraordinario), a esto se le suma un agravante: ni siquiera se ha concluido la “reconstrucción con cambios” y en varias ciudades de la costa norte del país las pistas y veredas están en mal estado, en obras sin concluir o incluso paralizadas. Lo mismo sucede con los drenes u otros espacios que están colmatados de desmontes y residuos sólidos. Considerando que se vienen lluvias relativamente intensas en marzo (mientras se escribe este artículo, se ha declarado en Estado de Emergencia a 233 distritos del norte del país) se prevé que estas no alcancen los niveles del 2017. No obstante, basta con ver las noticias para constatar la gran vulnerabilidad de nuestras ciudades de la costa con las primeras precipitaciones que han ocurrido este mes.
El seguimiento a lo que ocurra en los próximos días es imprescindible, pues permitirá, en algunos meses, tener mayor certeza acerca de las condiciones climáticas asociadas al FEN en el verano del 2024, la estación más crítica para los peruanos frente a este fenómeno.
El gran reto, y que debe empezar hoy, es que los diferentes niveles del Estado, como también la sociedad peruana, tomen acciones preventivas (descolmatar cursos de agua, concluir construcciones, equipar instituciones, reparar viviendas, entre otras) en vez de esperar que ya tengamos encima el evento climatológico para recién actuar.
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