El Plan Nacional de Desarrollo Ferroviario de Chile

El gobierno del presidente chileno Gabriel Boric, acaba de lanzar su Plan Nacional de Desarrollo Ferroviario. La meta es sumamente clara, dentro de cinco años, es decir en el 2027, se espera movilizar a 150 millones de pasajeros, triplicando el número actual, y llegar a seis mil millones de toneladas de carga.

| Fuente: Freeimages

Desde su aparición en el siglo XIX, los trenes son uno de los principales medios para el desplazamiento terrestre de personas y mercancías. Su desarrollo propició una verdadera revolución para la sociedad, para la economía y el comercio. Hoy presenta enormes ventajas en comparación con otros medios de transporte.

Noatum, empresa logística líder a nivel global, señala las vastas preeminencias que tiene el transporte ferroviario. Entre ellas destacan su seguridad, ya que la tasa de accidentes y averías son mínimas en comparación con los automóviles. A su vez puede movilizar grandes cantidades de carga; por ejemplo un solo convoy ferroviario equivale a 80 camiones. Otra de sus prerrogativas radica en que es un modo de transporte no dependiente del tráfico y es el menos afectado por las inclemencias del clima. Su servicio tiene horarios prestablecidos, con alta predictibilidad, rutas fijas y es el que menor impacto ecológico genera.

Tomando esto en consideración y con una visión puesta en el siglo XXI, el gobierno del presidente chileno Gabriel Boric, acaba de lanzar su Plan Nacional de Desarrollo Ferroviario. La meta es sumamente clara, dentro de cinco años, es decir en el 2027, se espera movilizar a 150 millones de pasajeros, triplicando el número actual, y llegar a seis mil millones de toneladas de carga.

El Plan contempla infraestructura ferroviaria para pasajeros urbanos y suburbanos, avanzando de manera gradual hacia los servicios interregionales de distancias media y larga. Otra parte del Plan se vincula con la construcción de nueva infraestructura para servicios de carga, elevando el estándar actual de las operaciones. Entre los proyectos más importantes destacan el tren Santiago-Valparaíso, con una inversión de 3 mil millones de dólares, el tren Melipilla–Estación Central, con mil 580 millones de dólares y la ruta Santiago-Concepción, con un desembolso de 2 mil 200 millones de dólares.

El ministro de Transportes y Telecomunicaciones, Juan Carlos Muñoz, indicó que los objetivos del Plan se enfocan en reducir los accidentes, la contaminación ambiental, los viajes motorizados y los “tacos” o embotellamientos. El ministro subrayó que contar con trenes como Europa es parte de un sueño colectivo, y a eso apunta el Plan. Y si bien todavía no se están contemplando trenes bala, la velocidad será superior a los 100 kilómetros por hora.

Mientras todo esto sucede con nuestro vecino del sur, el gobierno de Pedro Castillo está atrapado en la inoperancia, hundido en un pantano de problemas sin que haya visos de solución. Recordemos que en su discurso de asunción el 28 de julio, Castillo prometió la construcción de dos trenes, el Tren Inca, que uniría Cajamarca con Puno, y el Tren Grau, que recorrerá de Tumbes a Tacna. Nada de esto se ha materializado. De igual forma, el ex premier Guido Bellido prometió la construcción del Tren Minero, para poner fin a los conflictos sociales en el corredor sur, tampoco sucedió nada. Hace pocos días, el flamante ministro de agricultura, Javier Arce, anunció un desconocido proyecto de tren bala con la colaboración del gobierno de Marruecos. ¿Qué tiene que ver agricultura con este tema?

A manera de conclusión, el desarrollo de una red ferroviaria nacional luce impostergable para mejorar la calidad de vida de los peruanos, como medida estratégica para bajar los niveles de contaminación ambiental y sonora, disminuir el número de accidentes de tránsito y acotar las horas perdidas en el tráfico. Sin embargo, nada se está haciendo, la ciudadanía sigue secuestrada por colectiveros, combis y buses destartalados. El cambio no puede esperar más.

Alonso Cárdenas

Alonso Cárdenas Politólogo

Experto en políticas públicas en la Escuela de Ciencia Política de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya. Licenciado en Ciencias Políticas y Administración Pública por la Universidad Iberoamericana (México). Cuenta con un Magíster en Política Comparada por la London School of Economics (Inglaterra) y el Diplôme d'Etudes Françaises por la Universidad de Estrasburgo (Francia).

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